Al abordaje
Lorenzo David Rubio MartínezCada día me generaba más fatiga litigar por conseguir a mis clientes una mayor tajada de su divorcio, de un despido, del seguro… Estaba harto de llegar a casa a las tantas y no pegar ojo.
A veces me acordaba de esas noches que mi abuelo me dormía contándome inauditas aventuras de cuando, según juraba él, había sido pirata. Nunca le creí, pero me preguntaba si ese pequeño soñador hoy estaría orgulloso de trabajar como abogado. Algo me decía que mi destino era otro. Lo confirmé cuando sufrí la pérdida de mi padre y me dejó en herencia todo lo que guardaba del abuelo; entre sus pertenencias, un auténtico bergantín con una tripulación de corsarios dispuestos a zarpar conmigo. Le eché valor, me vestí con sus ropajes de pirata, compré un loro y, con sus mapas en mano, di un viraje a mi vida y partí en busca de tesoros.
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Otro voto a bríos, Lorenzo
Muchas gracias, Alejandro.
Un voto para Il Magnífico corsario.
Los maledicentes sostendrían que entre un abogado y un pirata apenas hay diferencias. No en vano, la patria de los piratas por antonomasia (dejemos de lado a los argelinos y a las segundas generaciones afincadas en el Caribe) y de los despachos de abogados más famosos es la misma: la Pérfida Albión.
Pero miremos la cuestión desde otro punto de vista: los piratas y los abogados de vocación, unos románticos. Que sí, como en el poema de Espronceda, el que plasma el ideal romántico, un abogado podría cantar: «que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar».
Mi voto (pirata). Suerte, Lorenzo.
Marchando… una de piratas.
Nadie doblegó su espada
y bastó una mujer hermosa
para cortarles las alas.
Suerte, amiguito.
Soñar con escapar del presente: romanticismo en estado puro. Piratas, músicos, payasos… no le da a ningún letrado por ser registrador de la propiedad. Ja ja ja . Un voto-doblón de oro para tu bucanero.
¡Viento en popa a toda vela! genial relato, Lorenzo.
Votado.
Un abrazo.
Dejar de litigar contra una vida que no le llena, y cambiar de rumbo como los piratas, a las bravas, en busca de la felicidad. Mágico, Lorenzo. Un abrazo y mi voto.