Miguel Angel Recuenco Gomecello

Microrrelatos publicados

  • LA CAÍDA DESPUÉS DE LA CAÍDA

    Mi padre vivió como una traición que estudiara Derecho, decía que era la profesión del bien y del mal. En mi corta carrera y en la intimidad de la sala de vistas, pensaba en aquellas conversaciones con mi padre. El castigo era atroz por parte del Fiscal, elegantes y durísimos impactos, en el rostro, en las costillas, en la mandíbula, sin piedad alguna, un púgil a punto de irse a la lona que, empequeñecido por la paliza virtual, se resistía a caer y volvía a caminar. Atízame otra vez grandullón, si te atreves. El mejor Fiscal de la Audiencia me miró con desdén sin entender nada, aquello no era más que un trámite para él, un expediente más, visto para sentencia. Y entonces sucedió, me volví loco, un gancho de izquierda y aquél saco de argumentos cayó al suelo entre los alaridos del Juez. Ahora el boxeo es mi pasión.

    | Abril 2018
     Participante

  • VEINTE AÑOS

    Años de práctica y hábito habían convertido su innegable talento para litigar en algo sorprendente y admirable en la profesión, fruto sin duda de la herencia genética de su padre, excelso Magistrado jubilado. A Ignacio del Real le sobraba valor para afrontar aquel episodio de su vida. Hacía veinte años que huyó de ese hombre, un desencuentro fatal que ahora se empeñaba en reunirles de nuevo veinte años después. Asumiría la defensa de su padre, acusado del homicidio imprudente de un ciclista, como quien supera una pérdida y se acostumbra a su ausencia, como si de un encargo más se tratara. ¿Qué más podía hacer?. Esa sensación, entre fatiga y debilidad, que en ocasiones se mostraba ante él desde hacía veinte años, emergía de nuevo, esta vez para quedarse. No sería más que un cliente, como tantos, se olvidaría de él tan pronto apareciese el siguiente, se dijo.

    | Febrero 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 3

  • CRIMEN EN EL PARAÍSO

    Cuando Fabián Lespier leyó en Aruba Today la noticia del suicido de su amigo y socio Gustavo Mayoral, un sol espléndido de sobremesa alanceaba los cristales de su despacho y la brisa marina se colaba como las olas chocando contra el malecón. No le sorprendió. Dos brillantes abogados fiscalistas llegados al paraíso con el firme propósito de hacerse ricos bajo el sol de Las Antillas, cometen un asesinato creyendo haber cometido el crimen perfecto: sin cuerpo no hay condena. Pero las pistas los incriminan, convirtiéndoles en sospechosos. Dos trapecistas de un circo oscilando entre el drama y la tragedia. El tipo se lo merecía, evasor confeso y maltratador impune de una amante compartida con Gustavo, una luz en su odisea. Frente al malecón y con su estrategia de defensa pendiente de definir, su secretaria anuncia la llegada de la policía. Ni un instante, por ninguna razón, perder la calma.

    | Enero 2018
     Participante