CINCO FAROLAS
Nicolás Montiel PuertaEra su último expediente. Y después de archivarlo se jubilaría. Por fin dispondría de tiempo para su familia, para sus amigos, para sí mismo, recuperando esa intimidad durante años postergada por las premuras y las cuitas profesionales. Toda una vida siendo abogado, ejerciendo la profesión con honradez, compañero leal y bienhumorado, elegante en la disputa, prestidigitador de fundamentos jurídicos contundentes y atinados. El listón en todo lo alto.
Y voy yo, educado en sus enseñanzas, y la pifio a las primeras de cambio; además, sin posibilidad de enmienda. Su confianza, precipitada visto lo visto, vapuleada por mi traición. Extravié la documental, esencial para el caso que nos ocupaba, y él asumió la responsabilidad.
Ahora trabajo en la tasca Cinco Farolas, y algunas mañanas lo veo caminar por la acera de enfrente. Si nuestras miradas se cruzan, él siempre me muestra una leve sonrisa.
Fue nuestro último expediente.
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Hola, Nicolás.
Esa sonrisa es de perdón.
Una historia muy bonita. Enhorabuena.
Saludos.
Buenas tardes/noches, Towanda:
Agradezco sinceramente tu comentario. Viniendo de ti, que te superas con cada relato, no puedo por menos que animarme. Me sorprendes cada mes, siempre para bien.
Muchas felicidades.
Un saludo
Muchísimas gracias!!
Como la copla de la Piquer.. Una sonrisa de condescendencia, porque todos hemos sido alguna vez primerizos. Un voto. Saludos.
Muy buenas: Sí, la idea es ésa. Todos cometemos errores y los peores jueces somos nosotros mismos. Y trabajar en una tasca con ese nombre, no es lo peor que le puede pasar a uno. Gracias por tu comentario. Un saludo.
Buena idea: que el purgatorio de los abogados sea una tasca.
Suerte, Nicolás.
Buenas tardes, Manuel. Gracias por tu comentario. Si fuéramos menos a los tribunales y más a las tascas… En fin, un saludo.