Pablo Vázquez Pérez

Microrrelatos publicados

  • El aplazamiento

    Se despierta por necesidad, casi por decreto. El último sueño que recuerda parecía efímero aunque recurrente. Esos faros repentinos de un todoterreno al cruzar la calle, mientras intentaba proteger a su cliente del atropello. Después el impacto. Luego la oscuridad.
    La medicación y los cuidados de las enfermeras han hecho su efecto. Mira el bote de suero que tiene pinchado en su mano. Ahora tendrá que afrontar lo que le digan los médicos.
    Ella es fuerte, igual que su memoria. Mira las paredes y busca un calendario en la habitación del hospital.
    Calcula los días pasados desde el accidente. Todavía es febrero y aún están en plazo para retomar el caso.
    Sonríe.

    | Febrero 2024
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • Segundo testimonio

    En la pequeña bolsa de tela que guardaba bajo el abrigo, ocultaba el rey negro de marfil que le servía como amuleto en los casos de temor. Los nervios por la llamada del juez le impedían disfrutar la razón de su visita al juzgado, al que acudía como testigo.
    Cogió el bastón y caminó apoyado en el ujier. Juntos recorrieron el pasillo. Entonces sintió un cosquilleo escalofriante al oler la insólita loción que también usaba el presunto asesino, la noche del crimen. Convencido de su culpabilidad e impulsado por los nervios, señaló al hombre que desprendía ese aroma,.
    El acusado, los presentes y el juez miraron sorprendidos al fiscal quien, sudoroso, solo pudo musitar
    -Con su venia, señoría.

    | Enero 2019
     Participante

  • Rescoldos

    Después de tanto caminar por las calles vacías de la ciudad, una ráfaga de viento lo espabiló, al mismo tiempo que las farolas se apagaban. La claridad perfilaba los edificios de la gran avenida. Entró a un bar lleno de taxistas, obreros y algún borracho. Ellos desayunaban somnolientos. Él pidió un café, con su elegante porte, a pesar de tantas horas sin dormir.
    Arrancó el cartel de la puerta con la leyenda “Calonge y asociados”. Sin sus hermanos ni los demás socios, aquel letrero ya no tenía sentido.
    - Una oportunidad de crecimiento- le habían dicho.
    - Una traición para nuestra familia- respondió él.
    Permaneció un par de horas sentado solo, en la intimidad del despacho. Observó el reloj de la pared cuando las manecillas marcaban las nueve en punto.
    Entonces, tomó un expediente del montón que había sobre la mesa y, abriéndolo por la primera página, descolgó el teléfono.

    | Abril 2018
     Participante

  • El delegado

    El juez se sentó ante el estrado para presidir el juicio. Cuando miró al supuesto maleante, se dio cuenta, con toda seguridad, de que treinta años podían pasar en balde. El acusado era Fermín, su enemigo jurado durante tantos cursos de la E.G.B., antes de perderse de vista al comenzar en el instituto.
    En ese momento recordó cómo él mismo, sentado en un taburete frente a la pizarra, aguantaba el llanto mientras el presunto culpable al que debía juzgar, alumno elegido para ser jefe de clase, le vejaba delante de los demás compañeros de la clase de octavo, en el incumplimiento de su responsabilidad. Nadie le defendió de aquellas manías ni abusos. Y ahora los dos volvían a encontrarse.
    De vuelta en el presente, el juez tomó aliento y dirigiéndose a los letrados dijo:
    - Se declara abierta la sesión.

    | Julio 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2