Imagen de perfilFUE LA SERPIENTE

JUAN LOZANO GARROTE 

Adán entrecerró los ojos, miró a su expediente en busca de un argumento que pudiese salvar a su cliente. El delito de desobediencia parecía claro. Con un elegante carraspeo llamó la atención del tribunal.
“Con la venia, señoría, entendemos que mi cliente ha sido víctima de una traición. Ella solo salió a caminar, como cada mañana. Fue la serpiente quien influyó de una manera tal que causó un estado pasional en mi cliente del que no se pudo sustraer. Es evidente que cogió la manzana, sí, pero con una merma en sus facultades mentales que le exime de toda culpa”
El juzgador no acogió el argumento. La serpiente había sido un mero cómplice, apuntó antes de señalar el fallo: Expulsión.
Adán lloró. Se había enamorado de su cliente. Había nacido entre ellos una gran intimidad. Decidió acompañarla en su destierro.

 

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