Jesús Marinetto Iglesias
Microrrelatos publicados
El acertijo
-Qué orgullo, somos adversarios en este pleito. Pero no enemigos, ¿eh?
-Como mucho, colegas.
-Déjate ayudar, somos amigos. Fuimos juntos a la facultad.
-Entonces, colegas y excompañeros. Nada más.
-Es fundamental que nos pongamos de acuerdo en esta litis, por economía procesal.
-Me gusta pleitear, para eso estudiamos y nos colegiamos como abogados.
-Tu concentración desmesurada no será suficiente para convencer al juez esta vez.
-Siempre fui más listo que tú. Y lo sabes.
-Tu turno, pues.
-¿Qué quieres decir?
-He utilizado cinco palabras en nuestra conversación, la segunda de cada una de mis frases. ¿Qué palabra puedes formar con sus iniciales? Solo hay una posibilidad.
-Siempre fuiste un engreído. Déjame pensar… Está bien, me rindo.
-Facto. De facto te voy a ganar y te van a condenar en costas.
-Touché.
-Compañero, la concentración es fundamental para ayudar en el turno con orgullo.
-¡No! Has utilizado las cinco palabras, ¿verdad?| Julio 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 21ABOGADO DE GUERRILLAS
Me visto y siento el contacto con la toga, mi uniforme de combate. Subo al escenario bélico y hostil que constituyen los estrados. Una letrada va a documentar todo mi alegato y dará fe de todos mis argumentos, para la posteridad. En frente, el enemigo, al acecho, un bando tan inocente o culpable como el otro. Un juez dictará nuestro destino, una suerte en la que nadie gana todo y todos pierden algo. ¿Es posible perdonar en tiempos de guerra? Mantengo y defiendo mi posición afirmativa en el campo de batalla. Alzo la voz de forma vehemente, la palabra, mi única arma en el fragor de la contienda. Quizás sea una táctica abusiva, pero soy abogado, un superviviente, un mercenario de la justicia y un acérrimo defensor de la paz. Un anhelo por el que nunca estorban las palabras y siempre sobran las malditas balas.
| Febrero 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 5El Estado contra Pinocho
Pinocho robó, presuntamente, el tarro de crema pastelera. Y acusó a su mejor amigo, pinche de cocina, de haber urdido el plan; provocando su despido. Geppetto le había advertido hasta la saciedad: «las marionetas de madera no pueden comer». Si quería convertirse en un niño de verdad, sólo había una forma: «Debes estudiar derecho y hacer el bien». Pero fue inútil, en aquél niño rebelde era imposible una renovación. Algo, no obstante, sí consiguió: rodearse de juristas. Allí estaban el abogado, el fiscal y el juez; pero para sentenciar su caso. Se le acusaba de un delito de robo con fuerza en las cosas, utilizando palancas de madera: todo él. El fiscal le preguntó por qué había mentido. Pinocho, haciendo caso omiso a los consejos de su abogado, no se acogió al derecho a no declarar; y su nariz creció y creció hasta el infinito y más allá.
| Mayo 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 12Caperucita y sus juicios
La pérdida de la abuelita fue un varapalo para Caperucita, sus familiares y vecinos de la aldea. El primer asalto, después de un duro procedimiento penal, que acabó con la condena del lobo como autor de asesinato con alevosía, había llevado hasta la más absoluta fatiga. Litigar es para abogados, no para cazadores y leñadores. Aun así, en la aldea, se armaron de valor para afrontar el nuevo episodio judicial, en defensa de la pequeña de la capa roja: la impugnación de la herencia de la abuelita, que, para sorpresa de todos, dejaba la totalidad de sus bienes al feroz animal. Ni el más avispado abogado se atreve a especular sobre el final, pero una cosa está clara: ninguno será feliz ni comerá perdiz.
| Febrero 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 6