José I Baile Ayensa

Microrrelatos publicados

  • Gorda

    La abogada observaba la lluvia golpear su ventana mientras abría la carpeta del caso. Era una mañana gris cuando aquella joven, con la sonrisa tímida, había entrado en su oficina buscando algo más que justicia; necesitaba amparo. Había sido humillada en el trabajo por su obesidad, aislada por el desprecio de quienes no veían más allá de su cuerpo.

    Revisó con parsimonia las pruebas. Un estornudo le sacudió, como si el universo quisiera recordarle lo vulnerable que somos todos. Se enjugó la nariz con determinación, sabía que debía empezar con un enfoque distinto.

    Al analizar los documentos, encontró el registro de correos internos; cada línea era un eco de hostilidad disfrazada de cortesía. Reunió pruebas, logró certificar la discriminación, y, en el juicio, su voz firme devolvió a la chica el respeto que le había sido negado. Al final, la justicia se reveló como un acto de valentía compartida.

    | Septiembre 2024
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 19

  • ODS CADUCADOS

    Creía haber tejido una argumentación jurídica infalible; era, sin duda, su mejor demanda en años y, por fin, se iba a hacer visible su gran valía como abogado especializado en daños al medio ambiente. Nadie podía dudar de que había que preservar aquel paraje natural que estaba siendo depredado por una multinacional, en aras del avance de la sociedad y la producción de más energía. Pero todo se vino al traste, la sentencia fue demoledora; su confianza dio paso a la decepción. No había medido el riesgo de apelar, entre sus argumentos, a ciertos objetivos de desarrollo sostenible, y el juez le recordó que ya hubo unos objetivos similares entre 2015 y 2030, que no se consiguieron por desidia de todos, ya nadie los consideraba válidos. Así lo sentenció y firmó, a 1 de octubre de 2045, en la Barcelona inundada, desde hacía años, por la subida del mar.

    | Octubre 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • MIEDO INSUPERABLE

    Ésta era mi oportunidad. Era pasante en un bufete de una pequeña población, un despacho ostentoso de muebles castellanos, alfombras feas y láminas de escenas de caza, en las que no se sabía si el tono sepia era original o adquirido con los años. Me pasaron mi primer caso, un litigio laboral poco común: una trabajadora que había perdido su empleo por trabajar en exceso. Al parecer, la empresa se quejaba de que estaba usando de forma abusiva las instalaciones, dedicaba todos los días muchas más horas de las que correspondían; querían erradicar esa costumbre. Los jefes y el edificio eran poco amigables, no se entendía que alguien quisiera permanecer allí más de ocho horas. Si embargo, ella estaba en una situación vulnerable y quedarse en el trabajo, era su manera de reducir el tiempo en casa, donde sólo había abuso y maltrato. Todos lo comprendimos, también el juez.

    | Junio 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • Renovare animi

    Debemos fallar y fallamos… decía la sentencia. Y nunca mejor dicho, fallaron y mucho. Mis dotes de abogado no fueron suficientes. Defendía una causa loable, la de una familia que había decidido producir toda su energía eléctrica de forma asequible, natural y alternativa, mediante placas solares instaladas en el tejado de su vivienda; pero la norma era clara, debían pagar un peaje a las grandes compañías suministradoras, no podían ser independientes del sistema, era una clara limitación a una posible autonomía energética. Perdimos. No valieron argumentos relativos a la necesidad de promover una producción y un consumo de energía responsable, o cómo nos comprometían a todos los objetivos por un desarrollo sostenible, si realmente deseábamos un futuro mejor. Sin duda, hay que renovar, pensé, pero si es urgente hacerlo con las formas de producir energía, más lo es con la mente y acción de legisladores y juzgadores.

    | Abril 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 30

  • HEREJÍA URBANÍSTICA

    Yo era un abogado resiliente, no en vano me ha había recuperado de numerosos “baches jurídicos”, por decirlo de alguna manera, pero, ¿saldría indemne de esta nueva contienda? Nada más y nada menos que intentar defender a un concejal de urbanismo de sus numerosos contenciosos administrativos. Lo tuve claro al conocer cuál había sido la guerra que él había empezado y cómo había provocado la ira de las grandes empresas constructoras. Según proclamaba, había que construir vivienda, ciudad y servicios públicos de otra forma, de manera sostenible, no depredando el entorno e hipotecando el futuro. Era una persona hecha de un material noble y solidario, sorprendente entre los de su profesión, tan denostada. Necesitaba mi ayuda para afrontar los cientos de recursos que le llovían por tener la osadía, la herejía, de proponer recalificar grandes zonas de suelo urbano, lleno de cemento y farolas tuertas, de nuevo, a suelo rústico.

    | Marzo 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 13

  • Juicio Final.

    No creía yo verme en estas lides el día del juicio final, pensaba que estaría más ocupado en proteger mis intereses.
    Como abogado penalista me había preparado muy bien para alegar enajenación y justificar los deslices que a lo largo de mi vida había cometido. Pero me eligieron, junto a otros letrados, como defensor de una parte de la humanidad a quien se acusaba de haber cometido abuso sobre el resto. Las acusaciones eran muy graves. Se achacaba a esta parte de haber acaparado todo el crecimiento económico, de esquilmar cualquier recurso del planeta, de monopolizar todo suministro de bienes; todo ello en beneficio de unos pocos a costa del hambre de muchos. Intuí que, visto quién era el Juez, aquello iba a terminar en clara condena; entraría yo en la eternidad perdiendo el mayor juicio posible. Decidí renunciar y proponer que asumiera la defensa algún abogado de oficio celestial.

    | Febrero 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 15

  • CLÁUSULA ABUSIVA

    Encontré, sin saber cómo, el acceso a la orilla de la laguna Estigia; allá , como decían los cánones, estaba la barca esperándome. Yo no debía estar allí, de eso estaba seguro y, prueba de ello, era que carecía de la necesaria moneda para pagar a Caronte y atravesar la laguna. Yo era joven y con salud, un abogado laboral en edad de triunfar, ¡maldito infarto!
    Llegué hasta la barca, desnudo y sólo con una túnica para proteger mi cuerpo. Caronte me habló:
    - Te esperaba -dijo sin dejar de vigilar mis pasos.
    - ¿A mí? - contesté - ¿no sabía que fuera tan importante?
    - No te creas especial, espero a todos los muertos. Sé que no traes moneda y quiero cobrar tu paso con tus servicios.
    - ¿Cómo?
    - Quiero que re-negocies mi contrato laboral con Hades. Creo que, la cláusula de hacer este trabajo eternamente, es abusiva.

    | Octubre 2020
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 14