Imagen de perfilUsurpación de toga

María Sergia Martín González- towanda 

El traje era caro; la corbata, de firma y, aunque grandes, los zapatos perfectamente lustrados. Su vehemente alegato sorprendió en Sala, desarmó al fiscal y emocionó al desfavorecido cliente a quién debía representar. Sin ningún atisbo de duda, el juez absolvió. La verdad salía a relucir y la justicia equilibraba la balanza, aunque para lograrlo debió ‘sacrificar’ algunos principios. Recortó sus cabellos, desmaquilló sus uñas, se puso lentes de miope. Cambió faldas por pantalones, pantis por calcetines y entró triunfal en los juzgados, ataviada con la toga de su esposo: un donjuán consuetudinario, trasnochado e infiel. No cabían lamentaciones, el fin justificaba cualquier argucia. Ella amaba la profesión de él y él no volvería a necesitar aquella ilustre vestimenta bajo los cactus del parterre…, abrazado a su querido móvil, el mismo que atendía a deshora con respuestas monosilábicas, risillas tontas y bucólicos ojos de enamorado. Irrefutables pruebas de su adulterio.

 

+53

 

Queremos saber tu opinión

39 comentarios