Imagen de perfilLeyes y Risas

ANDREEA acarabat@iesjulioantonio.cat 

El alcalde, Don Eustaquio, tenía una debilidad por los decretos extravagantes. Un día, decidió emitir un decreto efímero: se tenía que llevar calcetines de colores diferentes los martes. Nadie entendía porqué.

La noticia se propagó como un virus. Los habitantes no sabían afrontar el dilema: ¿cómo cumplir con semejante absurdo? Eduardo Memoria, el abogado local, convocó una asamblea en la plaza central. “¡Ciudadanos!”, exclamó desde un improvisado atril. “Hemos de proteger nuestros derechos calcetineros. El decreto de Don Eustaquio es tan efímero como un suspiro. Pero, ¿qué hacemos? ¡Convertimos los martes en el Día Nacional del Calcetín Desparejado!”

La multitud aplaudió. Los martes se llenaron de calcetines desparejados. Los habitantes lucían combinaciones imposibles. Don Eustaquio, perplejo, se rindió ante la marea calcetinera.
Y cada martes, Eduardo sonreía. Porque, al fin y al cabo, la ley puede ser tan efímera como un chiste, pero la risa perdura.

 

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