Lita Rivas Folgar

Microrrelatos publicados

  • Derechos fundamentales

    Hoy celebro mi cuarenta aniversario y una larga trayectoria como abogada, compartiendo fecha de nacimiento con la Constitución.
    Y, para celebrarlo, accedo a representar a mi cliente, un hombre acusado de asesinato en la persona de su esposa y de sus dos hijos de corta edad. Se trata de un crimen mediático que ocupa las cabeceras de la prensa sensacionalista y de otros medios de difusión, incitando al odio de la gente. Y, como resultado de todo esto, se me recrimina en la calle por el mero hecho de hacerme cargo de su defensa, ignorando los derechos fundamentales que le otorgan a mi defendido en los artículos 17.3 y 24.2.
    Soy consciente de que la ciudadanía ya lo ha juzgado y condenado, pero como abogada me comprometo a luchar, con todos los medios legales a mi alcance, por los derechos de mi cliente, siendo al mismo tiempo imparcial.

    | Octubre 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2

  • Abogado y vidente

    Un glosario de despropósitos me han llevado a una situación delicada. En un año he perdido mi empleo, con cincuenta años y sin indemnización ni finiquito. Y por si fuera poco, aún estoy pagando el piso, en el que vivo. Mi destino se prepara para sentenciar un porvenir muy incierto. Así que he decidido consultar mi caso con un abogado, para recurrir mi despido, pero el tipo también se dedica a predecir el futuro, y sesiones de Reyki, entre otras actividades similares, situación que me ha dejado helado. Sin embargo, el problema radica en dilucidar, en qué porcentaje reparte sus tareas como abogado y vidente. Así que, como medida cautelar indagué en su trayectoria profesional y descubrí que aceptaba casos difíciles y poco remunerados, y solía ganarlos, así que, a mi entender, es todo un héroe. Como vidente, me ha vaticinado que recuperaría mi empleo y, como abogado... así fue.

    | Agosto 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • Acoso psicológico

    Acabo de estrenar toga y despacho, como nueva integrante del colegio de abogados y, entonces, recibo a mi primer cliente. Se trata de un caso de maltrato psicológico, que está causando un grave desplome a la víctima.
    Me cuenta que está soportando una auténtica tortura, de constantes insultos y humillaciones, y mientras habla... sus ojos se inundan de agua lacrimógena.
    Le atemoriza declarar por miedo a las represalias y me comenta que ha llegado a fingir que no le importaba sufrir el acoso y las encarnizadas burlas, pero no ha funcionado. Y que, por el contrario, los ataques psicológicos han arreciado.
    Me comenta que se avergüenza de su situación y que, por ello, se vale del engaño, para disfrazar, ante los demás, el terrible acoso que está padeciendo.
    Así que, mi primer cliente, resulta ser mi hija, una tímida colegiala, y recuperar su autoestima, será mi prioridad.

    | Julio 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 10

  • Contra viento y marea

    Soy abogada por convicción, lo llevo en la sangre. Es una herencia de mis antepasados.
    Cierto día, mientras curioseaba en el desván, encontré un arcón, que contenía documentación de mi abuelo, correspondiente al año 1913. Tal hallazgo, me llenó de emoción, y dediqué buena parte de ese día a leer aquellos documentos enmohecidos, pero todavía legibles. Uno de ellos me llamó especialmente la atención: Se trataba de la defensa de una encausada por sufragista, que había sido encarcelada, tan sólo por luchar, con una voluntad de hierro, por el derecho al voto de las mujeres. Ella y sus compañeras de lucha generaron un temporal de animadversión, incluso entre otras mujeres. Sentí una oleada de calor provocada por la indignación. Dentro del arcón también había un neceser descolorido, que contenía algunos recuerdos de su defendida, y que él conservó. Asumió su defensa y la sacó de prisión. Me enorgullezco por ello.

    | Agosto 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 11

  • Demasiado tarde

    De paseo por la orilla del mar, me encuentro una botella a la deriva, que contiene un mensaje. Leo: Me tildan de maleante y asesino y; en mi defensa, solo puedo alegar que he incurrido en el incumplimiento de la ley, apropiándome de algunos acres de las tierras de mí vecino; de viaje en otras lides.
    Pero juro, por Dios todopoderoso, que no le he quitado la vida. No me creen… y paso de presunto a flagrante asesino.
    Mi abogado lucha por mí, con una voluntad encomiable, pero sin resultados. Temo por mi seguridad. Me llamo George Williams. Inglaterra. Año de Nuestro Señor de 1674 y espero que alguien lea esta misiva y sepa que no soy un criminal, y que lo último que veré será el taburete donde apoyaré mi cabeza; antes de perderla.
    Yo, abogado de prestigio, increíblemente comparto apellido y país… Pero llego tarde a su defensa.

    | Julio 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 20

  • Apelación extraordinaria

    Soy un abogado de escasa experiencia, que va a impugnar una antigua sentencia.
    Los hechos se remontan muy lejos en el tiempo, cuando una pareja feliz decidió que podría serlo más todavía, así que cruzó una línea roja y su paraíso derivó en infierno.
    Todos recordamos dos arbolitos que se erguían orgullosos en una pradera de indescriptible belleza. Pero, un error cambió un paraíso por un infierno. Un serio meneo para la humanidad y el castigo de una colosal pandemia de enfermedades variadas e inimaginables.
    Los hijos no debieran pagar los pecados de los padres. Creo que no es justo. Pero el castigo llega con el ADN que todos heredamos. Ninguno de nosotros estaba allí en el momento de los hechos. Ni siquiera habíamos nacido. Así que somos inocentes e inimputables. Esta será mi estrategia para solventar esta situación. Pero tengo un serio problema: desconozco la ubicación del juez.

    | Mayo 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9

  • Galimatías

    Compagino mi trabajo como abogado con mi pasión por escribir, y es tanta mi premura por encontrar algún hueco libre en el exiguo tiempo del que dispongo, que, en ocasiones, el argumentario de mi último caso se ve invadido por las vivencias del protagonista de la novela que estoy escribiendo. Esto me crea una enorme confusión y acabo mezclando extractos correlativos de alguno de mis litigios, que acaban entrando a formar parte de mi historia de ficción.
    En una ocasión, la palabra mentecato pareció golpearme desde las páginas de mi mundo imaginario. El protagonista me ha insultado, así que considero la posibilidad de litigar contra él.
    Esta mañana, el juez me ha llamado al orden, porque en un comprensible lapsus dije: “mi defendido nunca subió a aquel avión” Una aseveración que correspondía al protagonista de mi larga e inacabada novela.

    | Abril 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • Cuestión de tiempo

    Mami, de grande quiero ser abogada, me dice mi hija desde sus tiernos cinco años. Y yo me lo tomo a broma. No es más que una zarandaja con la que pretende llamar mi atención. Pero no abandona la idea y se repite como un disco rayado. Le pregunto el porqué de esa obsesión y me dice: Quiero ayudar a la tía Cris a meter en la cárcel al hombre malo que le pega, y ella siempre tiene los ojos morados.
    Así que ante su motivación y determinación, la declaro aspirante al Colegio de Abogados y le prometo que le voy a ayudar en su periplo, con el derecho procesal como meta.
    En la actualidad, es una abogada de prestigio, adalid de la independencia de la mujer como medio para luchar contra la violencia de género. Lástima que la tía Cris ya no está con nosotros. Él fue más rápido.

    | Marzo 2016
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 10

  • Poena mortis

    Cuando la vi, se me cayó el alma a los pies. La mujer, que solicitaba mis servicios como abogada, era apenas una sombra de lo que había sido, hacía tan sólo quince años. Entonces era una jovencita guapísima, cuya única pretensión era ser modelo, y a la que la naturaleza había obsequiado con un increíble despliegue de atributos. Inició una carrera fulgurante, pero el tiempo inmisericorde y la juventud pujante de nuevas competidoras la fue desplazando. Sucumbió a la desesperación: barbitúricos, anfetaminas…Y entonces conoció a un tipo que aprovechó su dependencia para someterla, como se hace con un loro en una percha.
    Ahora estaba ante mí, por un cargo de tráfico de drogas. Acabé morena de flexo, intentado conseguir una sentencia beneficiosa. Mi empeño no sirvió de nada. Al poco tiempo se suicidó con una dosis letal de barbitúricos. Era mi hermana.

    | Agosto 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 20

  • Una antigua deuda

    Es una evidencia que los planes de previsión para cualquier joven no existen. Pero yo, siendo niña y de origen humilde, decidí ser abogada. Tuve que compatibilizar estudio y trabajo. Me licencié y conseguí empleo en un bufete.
    Una mañana encontré una nota sobre mi mesa: era de la empleada de limpieza. Finalizaba su contrato y me pedía ayuda, una suspensión decía, aunque el término correcto era prórroga, por una situación económica desesperada. La nota acabó en el cajón y ella en la calle. Pero entonces la releí con atención y…no me cabía duda, aquel nombre, apellidos y entonces recordé: habíamos compartido pupitre durante la educación primaria y también los bocadillos, que ella me traía y yo devoraba. Le conseguí un trabajo mejor. Me lo agradeció, pero yo seguía sintiéndome en deuda, porque ella no había aludido a aquellos años de colegialas. Decidí mencionárselo yo. Ése fue mi indulto.

    | Marzo 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 3

  • Avaricia

    Coincidí con Arturo en la facultad de Derecho. Yo era un alumno mediocre, aunque con mucha voluntad. Él era un fenómeno, con un elevado coeficiente intelectual y muy ambicioso. Me costó sacar la carrera, que él finalizó en un tiempo record, junto con Empresariales. Siempre me decía que se había marcado un calendario de metas improrrogable. Yo me conformaba con caminar lento pero seguro. Me licencié y oposité a una plaza de fiscal, que conseguí.
    Mi vida profesional fue satisfactoria y ya jubilado, un día, visitando a un amigo en el asilo, le vi. Me costó reconocerle. Era Arturo y de manera muy breve me contó que había conseguido sus objetivos como directivo de importantes entidades financieras. Iba a felicitarle cuando me interrumpió: -Nada de esto me compensa el tiempo que he pasado en prisión.-¿Por qué?- pregunté. –La codicia nunca ve el saco lleno-me contestó.

    | Enero 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 3