Juan Manuel Llanos Orantos
Microrrelatos publicados
LOS DIMINUTOS
En apenas cinco metros cuadrados levantan una gran urbe. Construyen sus viviendas con cáscaras de nueces y almendras. Domestican ácaros, pulgas y bacterias. Con nada más que una hormiga y una semilla de calabaza celebran un banquete. Se precisan microscopios para distinguir sus zapatos, gafas, llaves, cubiertos, relojes, martillos, lápices...
Cuando rogaron protección jurídica a fin de evitar que sus poblaciones fueran arrasadas por las actividades de los hombres que nos atribuimos tamaño normal, me animaron a que los representara ante el tribunal de La Haya. Después de pasarme toda la primavera consultándolo con la almohada, empecé a consultarlo con la toalla, en la playa, junto a mi familia, lejos de las carpetas en las que acumulo testimonios, informes de investigaciones y relaciones de incidentes. Mi respuesta ha sido afirmativa. Defenderé a esos vulnerables seres más pequeños que insectos y, no obstante, reconocidos como humanos por la ONU.
| Agosto 2016
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 4SENTIDA AUSENCIA
- Fue muy gráfico al expresar su necesidad de alcanzar cierta panorámica, pues no se trataba de sacar meramente unos huesos de una cuneta, sino de reconstruir un pasado cuyas secuelas aún hoy se sienten, de levantar una tumba sesenta años después.
- Me habló de eclipses históricos y familiares. Murió alguien que era nieto, hijo, sobrino, hermano, primo, tío, marido, padre de un hijo que apenas guardó memoria de él, abuelo de unos nietos que nunca vio. No desapareció una cosa, ni una pieza de la oposición al régimen, sino que se extinguió una rama de la humanidad, alguien que quería traer más hijos al mundo, que amaba y soñaba una vida digna.
- Le prometí que, como abogado, trataría de ayudar en lo posible para que pudiera, pudiéramos, adoptar una perspectiva desde la que vencer a la amnesia que ha recaído sobre aquellos ominosos años que mataron a su abuelo.
| Julio 2016
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 3DESTIERRO
Los abuelos, que se tomaron nuestra partida como el más feliz acontecimiento desde que empezó la guerra, se quedaron en el infierno. El bote al que se subieron nuestros primos se lo tragó el mar. Mi hermana llora. Mamá sigue muy conmocionada por la violencia de días atrás como para reparar en la indiferencia que nos muestran ahora, en este primer mundo en el que poco quieren saber de la convulsión de nuestro tercer mundo. Todavía siento la alambrada como un insulto de acero sajando nuestros cuerpos. Hay muchos rostros transidos de rabia aquí, en este campo de hacinamiento donde la congoja y la desesperación resultan contagiosas. No somos refugiados, aunque así nos llamen. Papá acaba de decir que si siento más las heridas de los demás que las propias, debería estudiar mucho para ser un digno abogado que luche por los derechos de su prójimo.
| Junio 2016
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 1