Isidoro Sánchez Torres

Microrrelatos publicados

  • CAUSAHABIENTE CAUSANTE

    Me enteré de la muerte de tía Charín por la carta de su abogado, citándome para la lectura del testamento. Siempre fue muy peliculera y mi tía favorita, aunque llevábamos tiempo sin hablarnos. No me perdonaba haber dejado la carrera de medicina para empezar veterinaria.

    Las caras de codicia de mis primos lo decían todo: ¿quién recibiría Le Rocher?

    La mansión para fulano; las acciones para mengana…

    —A mi díscolo sobrino Antonio le dejo a Louise, encomendándole que la trate mejor que a su tía.

    Mis primos rieron y me miraron condescendientes. Louise era una mastina enorme, de edad indefinida; la fiel compañera de Charín.

    Pero del diamante, nada.

    Estupor. Suspicacias. Susurros. Teléfonos.

    Años después también murió la dulce Louise y volví a saber del abogado y lo que llamó «legado animal sucesivo».

    Las leyes han cambiado —explicó entregándome una caja en la que brillaba un inmenso pedrusco violáceo.

    | Abril 2022
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  • SUCESIONES DE DERECHO

    Deseaba que alguno de sus descendientes fuese abogado, como él, pero no logró comunicar su entusiasmo a ninguno de sus vástagos. Decepcionado, los castigó en su testamento con un críptico mensaje conteniendo la pista de su legendario tesoro: «En el descanso ancestral, un letrado lo hallará», rezaba. Tras incontables análisis, nadie lo había descifrado.

    La competencia por dar con el legado fue despiadada. Pusieron la casa familiar y el despacho patas arriba, pero fue inútil. El tesoro se resistía mientras mis tíos y primos se enemistaban y maldecían al abuelo. Sólo yo lo admiraba y ello me determinó a estudiar Derecho y ser abogada.

    Me apadrinó el más joven de sus pasantes, un notario ya retirado que, al colegiarme, me regaló una pequeña urna:

    —Son las cenizas de tu abuela. Él quería que las arrojases en este lugar —dijo señalando la equis y unas coordenadas escritas en un ajado mapa.

    | Mayo 2019
     Participante
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  • SOPORTE VITAL

    El Decano se sentó a esperar contemplando la inmensa nave por el ventanal. En ella partían los pioneros que se enfrentarían al desafío del siglo: colonizar otro planeta. Un sofisticado algoritmo de inteligencia artificial había seleccionado especialistas de las ramas del conocimiento consideradas imprescindibles para la transformación del nuevo mundo en un nuevo hogar. Y el Derecho no estaba entre ellas.

    Comenzó la cuenta atrás y contuvo el aliento. Sus sueños iban a despegar sin él.

    No pasó del siete. Las pantallas anunciaron la suspensión del lanzamiento y un funcionario fue en su busca.

    —No llevan ni doce horas ahí encerrados y ya hay dos que quieren divorciarse y otro hablando de horas extraordinarias —protestó el coordinador de la expedición—. Necesito una solución rápida y eficiente.

    —Admítenos en la tripulación —sugirió.

    Claudicó tras unos segundos eternos, tomó el micrófono y gritó:

    —Abran las puertas. También van los abogados.

    | Abril 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9

  • POR SUPUESTO, ABOGACÍA

    —¿Qué habéis elegido? —preguntó Marta. Acababan de salir de la reunión sobre orientación profesional y estaba ansiosa por saber a qué se dedicarían sus compañeros.

    —Políticas —respondió César—. Quiero cambiar el mundo y es en el Congreso donde se toman las decisiones que lo hacen posible. ¿Y tú?

    Antes de que Marta pudiera contestar intervino Gema.

    —Yo seré bióloga. Genetista, para más señas. Creo que es la profesión realmente transformadora.

    —¡Bah! —atajó Ana con un gesto de la mano—. La profesión del futuro está en la informática, en las redes.

    —Siento discrepar —puntualizó Jorge—, pero yo apuesto por la innovación. He marcado ingeniería.

    Finalmente se giraron hacia Marta, que se había quedado con la palabra en la boca desde el principio, y la interrogaron con la mirada.

    —Todo eso también—dijo—: Transformar el mundo, innovar, mejorar el futuro.

    —¿Y…? —exclamaron al unísono.

    —Abogacía, por supuesto.

    | Marzo 2019
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  • JAQUE AL REY

    —Majestad —dijo Sissa, inclinándose—, este juego que he ideado le alejará de sus cuitas. Lo llamo «Ajedrez» y simboliza, representándola de forma genérica, la guerra.

    Maravillado el Rey con la genialidad del entretenimiento, ofreció a Sissa cualquier precio que por él pidiese.

    —Disculpad mi renuncia, Señor, pero no necesito dinero. Tan sólo admitiría como pago un grano de trigo en la primera casilla, dos en la segunda y así, de manera sucesiva, en cada una el doble que en la anterior.

    Sorprendido, el Rey dio su asentimiento a tan modesta demanda contemplando ufano los escasos sesenta y cuatro escaques del tablero. Pero su sorpresa tornó pavor cuando el Tesorero anunció no existir grano suficiente en todo el Reino para satisfacer el precio pactado.

    —¿Quién es este Sissa? —exclamó al no ligar dicho nombre con el de ningún sabio conocido.

    —Un abogado, Majestad.

    —Pues desde ahora será el Tesorero Real.

    | Mayo 2016
     Participante
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