FCO JAVIER HDEZ RODERO
Microrrelatos publicados
Probidad
No puedo remediar una sonrisa cuando rememoro vívido el recuerdo de quién soñó con ser un héroe, escapando de la cotidianidad deshaciendo entuertos bajo la premisa de quien defiende honor y verdad y por qué no, también justicia.
Y con mis diez años, apenas un suspiro, observo impertérrito cuán helado se queda el malo ante la exhibición de mis dotes de bushido.
Pero con el devenir de los años y todo un glosario de aprendizaje para sentenciar a los injustos, terminé con conformarme con que a falta de una capa roja brillante, bien vale una toga no menos lustrosa. Por qué no?
Aunque a veces el héroe tenga que conformarse con obtener la cautelar en espera de mejores dichas.| Agosto 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 1Ser o no ser
Una toga en una percha de un ajado tinte moreno y bajo la ventana, sobre la tapa pulida de un sobrio secreter, una pluma de cisne con su tintero de cristal. No muy lejos, una estilográfica sheaffer en topacio ahumado esmaltado junto a un puñado de legajos en apariencia desordenados. Nunca quiso aceptar un cargo mayor que el de servir de auxilio legal a quien pudiera necesitarlo, remunerado o no. No importó. El derecho corrió por sus venas, latiendo sin otra pretensión que por la euforia del triunfo de la ley. Ojalá estuviera ahora aquí para aconsejarle, como hizo con tantas personas cuando de niño, sin apenas pestañear y apoyado tras la puerta de ese mismo despacho, escuchaba a su padre abogando por un modelo de justicia para todos. Se levantó, cogió la toga para dejar la suya y se dispuso a hacer honor a cuanto le habían enseñado
| Agosto 2015
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 1Nacido para apelar
Un sonoro golpetazo resonó entre las paredes cuando un enorme legajo de carpetas y escritos para apelar cayó con decisión sobre la enjuta mesa del sentenciador. Un elaborado compendio de sólidos argumentos acerca de cómo habían sido violadas las garantías del debido procedimiento legal que derivó en la expulsión de su compañero, su amigo.
Daniel dejó bien a las claras su radical disposición a inundar su despacho con una montaña de documentación que le mantuviera bien ocupado durante los próximos seis meses.
El envite funcionó.
Su amigo retomó su rutina, mochila al hombro, escoltado por miradas desconfiadas, admiradoras o indiferentes, según se trate.
El director acompañó a Daniel hasta su aula y con una palmadita, le dijo
- Tu último año de instituto, es hora de afrontar la universidad, ¿ya sabes que carrera elegir?
- Derecho, sin duda –y no pudo evitar dibujar en su rostro una socarrona sonrisa.| Junio 2015
Participante