José Miguel Perlado Villafruela

Microrrelatos publicados

  • AFTERSHAVE

    Cuando el fiscal se levantó y empezó a explicar sus conclusiones, paseándose delante del jurado popular, como en las películas americanas, parecía disfrutar de lo que contaba, a pesar de lo escalofriante del caso.

    El acusado degolló a la víctima y luego, con pericia de carnicero, la troceó y la metió en una bolsa grande de rafia, para tirarla después a un vertedero.

    Tras varias semanas de búsqueda infructuosa tuvo que ser una extraña concentración de gaviotas la que alertara al encargado del vertedero de que algo ocurría.

    Al asesino lo delató la loción que utilizaba tras el afeitado, tan fuerte que días después aún se percibía en el cadáver.

    Tan fuerte que los perros adiestrados pudieron seguir la pista desde el vertedero al lugar del crimen, y de allí a la casa del asesino.

    Tan fuerte que hasta el retrato del rey sobre la sala parecía arrugar la nariz.

    | Enero 2019
     Participante

  • HÉROE A VILLANO

    Para interpretar el fallo del juez, largo y argumentado, era necesario disponer de un glosario de términos, que permitiera entender la sentencia.

    El que antes era un héroe a los ojos del público, pillado en paños menores con una preadolescente, pasaba las de Caín al no poder dar un paso sin una nube de fotógrafos y un enjambre de micrófonos alrededor.

    Sentenciar no iba a ser fácil, con la mitad del país de su lado, convencidos de que fue una trampa de los de siempre, y la otra mitad analizando cómo volver a instaurar la pena de muerte.

    La decisión del juez dejó helado al país: detrás de mil circunloquios el prohombre y la impúber obligados a casarse.

    Tras el escándalo mayúsculo, dos días de tertulias desatadas y, en general, atención mediática plena, el Supremo ordenó la suspensión cautelar de la sentencia y la imputación inmediata del juez trastornado.

    | Agosto 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • TRANSPARENCIA POR BANDERA

    Cuando se decidió a entrar en política, joven e inexperto, tomó la transparencia por bandera. El bien común, la vocación de servicio, un futuro mejor eran expresiones que repetía todos los días, ante una concurrencia convencida o escéptica.

    Luego, cuando tocó poder, también tocó actualizar el discurso. El bien de la mayoría, las condiciones socioeconómicas, las distintas sensibilidades. Los sueldos subían, el dinero del ladrillo lubricaba las voluntades, hacía girar la rueda, movimiento para todos.

    No aprovecharse, no engordar las facturas para asegurar los estudios de los hijos, una jubilación tranquila, hubiera sido hasta ofensivo, un palo en los radios de la rueda de la fortuna.

    Tan fácil como quitarle una piruleta a un niño.

    Luego los avisos desoídos, la caída, la vergüenza, enfrentarse a un juez implacable, el abandono de todos. Y salir para dormir en la calle, tapado por un cartón. Nada que ocultar, otra forma de transparencia.

    | Marzo 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2

  • PATRIMONIO FAMILIAR

    La vista se celebró en la biblioteca del juzgado, porque la sala estaba en obras. Se retiraron las mesas a los lados dejando hueco al tribunal, en una posición de privilegio, al fondo, y luego acusados, testigos y ponentes, quedando únicamente un libro abandonado en una esquina, un olvido.

    El caso era un robo de joyas familiares, acumulados durante años hasta sumar un patrimonio fabuloso.

    Primero se acusó a una criada, harta de la estirada de su señora. Luego a unos sobrinos balas perdidas, necesitados de financiación para sus vicios. Luego al marido, cuyos negocios se hundían. Sabía que las joyas eran herencia de su mujer, que las consideraba intocables.

    Total, toda la familia sentada en el banquillo.

    La abogada de la acusación particular, la sobrina preferida de la víctima y de su total confianza, argumentaba arremetiendo contra todos ellos.

    Su cuello cerrado ocultaba el collar que siempre quiso tener.

    | Febrero 2017
     Participante

  • APROBAR DERECHO PROCESAL

    No había color, si la elección tenía que ser entre estudiar los apuntes de derecho procesal o buscar a Esther en la disco, y hacer lo posible por espantar a tanto aspirante a bailar con ella, a buscar un sitio más tranquilo, a acompañarla a casa…

    Basta de zarandajas, quedaban tres días para el examen y el aprobado seguía tan lejos como los favores de Esther, ese ángel rubio e indiferente que apenas pisaba la facultad y sin embargo parecía aprobar sin esforzarse.

    Acabar la carrera, entrar de pasante en algún bufete, obtener cierta independencia económica, todo pasaba por cerrar la mente a distracciones con exquisito olor a piel suave y tentadora. Sobre todo la del cuello.

    Cada página era un triunfo, cada esquema un mundo peleado hasta tener una sombra de esperanza de aprobar, si el profesor era benévolo.

    Dio igual: Esther se sentó inmediatamente delante en el examen.

    | Marzo 2016
     Participante

  • CIEN MIL UNO

    Yo huí para salvar la vida, señoría, la de mi familia y la mía. Los cortes de agua y luz, la falta de alimentos, el sonido de los bombardeos, a veces lejanos, otras horriblemente cerca, se convierten en lo habitual, hasta que una parte del cuerpo, o del alma, dice basta.

    Salir de casa para buscar comida, o noticias de los conocidos ya no podía hacerse con la seguridad de volver.

    Por eso crucé la frontera arrastrando a los míos, con lo puesto y el poco dinero que pude reunir. Para pedir asilo y saber que, si uno sale a la calle, volverá seguro a casa.

    Huí de la guerra buscando un país donde el derecho a la vida, a la seguridad, se respetaran, no fueran un sueño.

    ¿Y me dice, señoría, que hago el peticionario de asilo cien mil uno, y que el cupo pactado era de cien mil?

    | Octubre 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1