Jose Maria Bento San Roman

Microrrelatos publicados

  • Hay algoritmos que matan

    Elisa leía, azorada y excitada, aquellos mensaje atrevidos y románticos. Tan sentidos, tan educados y a la vez tan sensuales. Miró furtivamente a su alrededor, no hubiera nadie espiando. Aquello era todo un desafío para aquella joven licenciada en Derecho, ignorada por Cupido, que manejaba torpemente las apps de flirteo. Nadie en el despacho parecía haber reparado en ella, siempre tan eficiente, tan formal. Tampoco habían advertido esa sutil transformación que la había llevado a ser tan atrevida. Elisa hizo clic en el botón de “Conocer mejor a Jorge”, ignoró las advertencias legales que inundaron su pantalla e hizo clic en “concertar cita”. El corazón pareció estallarle, cuando la pantalla respondió al fin: “Este perfil esta creado por inteligencia artificial y no responde a ninguna persona física. Si te gusta este ciberperfil haz clic aquí”. Esa noche, el telediario informó del suicidio de una joven abogada. Hay algoritmos que matan.

    | Abril 2019
     Participante
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  • Homenaje a José Pedro Pérez-LLorca

    El maestro añora su ayer. El crujir de la tarima, su teléfono de cable, su foto del Congreso, la puntualidad de su abnegada secretaria. El maestro ha presenciado la fuerza transformadora de la innovación tecnológica, que ha arrasado inexorablemente con Olivettis, faxes y fotocopiadoras. Ni siquiera reconoce ya el trabajo de sus abogados. Nadie cita jurisconsultos romanos ni penalistas alemanes. Los escritos son sintéticos y salen ya firmados con precisión robótica. Nadie manda cartas y las reuniones son cosa del pasado. Todo es electrónico, instantáneo, fugaz. Dicen que más eficiente, más moderno. El maestro aprecia la modernidad, pero sigue sin gustarle ese futuro. La vieja abogacía quizás no tenga ya sentido aquí. El maestro saluda a dos jóvenes de traje entallado y barba hípster. Y se pierde en el gentío anónimo mientras les oye comentar: “Ese es un padre de la Constitución. Lo vi en un documental de Netflix”.

    | Marzo 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2

  • Dislexia

    No puedo con esta secretaria. Le dije a mi socio de despacho que la crisis no justificaba contratar ignorantes integrales. Al final, como siempre, el salió victorioso y la contrató, supongo más impresionado por sus tetas y su vestido ceñido que por su aptitudes legales. Me pueden sus modales barriobajeros, su odioso perfume, su incontinencia al contestar las llamadas. Pero lo que me más me subleva es su incapacidad para usar términos jurídicos. Vale que no conjugue un verbo bien. Que equivoque los números de las carpetas. Que use más Facebook que Excel. Dislexia dice mi socio, mientras mira su escote con una mezcla de arrobamiento y lascivia. Para mí que es más grave, contesto, mientras intento dominar mis instintos homicidas al leer su último post-it: "Han llamado del buffet de procuradores, que han puesto la convalecencia es este Viernes y que tenéis cinco días para repudiar a los jueces."

    | Septiembre 2018
     Participante
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  • Abogado de pleitos pobres

    A veces pienso que soy un perdedor, un mentecato. No solo porque me lo recuerde mi exmujer cada quincena, con ese argumentario suyo tan bien hilvanado y certero a la vez. Qué buena abogada se perdió este mundo, pienso siempre, pero qué razón tiene. Estudiar con premura Derecho como si me fuera la vida en ello. Gastar los ahorros familiares en masters absurdos, creyendo ingenuamente que el éxito profesional sería correlativo al esfuerzo dedicado. Montar el despacho, buscar clientes y litigar durante décadas. Para al final quedarme de abogado de pleitos pobres. Toda una especialidad. Desahucios evitados,quitas negociadas, polizas cobradas. Convenios, multas, recursos. Los fracasos de mi vida riegan estas flores humildes que brotan en mi escritorio como milagros de una primavera tardía. Pleitillos del ayer y del mañana, desvelos del día a día y alegrías efímeras que le dan la vida a un tonto enamorado de su oficio.

    | Abril 2017
     Participante
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  • Abogado de Bar

    Al final la crisis y mi orgullo se llevaron por delante el ultimo símbolo de mi flamante independencia. -De esta no te salva ni Ada Colau, dijo mi enfurecido casero. Y efectivamente, ni siquiera mi condición de abogado de desahucios me salvó del lanzamiento. Ahora mi labor procesal transcurre en la barra del bar de Mariano. Algunos escritos se presentan con manchurrones de aceite pero al menos no pago rentas. Mis códigos nadan entre cañas y aceitunas y mi portátil consume wifi gratis. He descendido al escalón mas precario de la abogacía, pero al menos no me distraigo con zarandajas superfluas. Mientras redacto un recurso, la tele retransmite el discurso del aspirante a Presidente. - Acabaremos con los desahucios, dice. Pero suena a disco rayado y en el bar nadie parece escucharlo. La investidura va para largo, como los desahucios. Otro café, letrado? Menos mal que siempre nos quedara Mariano.

    | Marzo 2016
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9