Borja Quero

Microrrelatos publicados

  • ¿El perfecto abogado?

    El perfecto abogado es un eterno aspirante a la justicia, un devoto del plazo procesal que como el mejor de los acróbatas mantiene el disco girando al final del palo, conocedor entrenado del momento exacto en que necesita de nuevo impulso. Debe saber además vestirse con la versión del cliente, separando de lo esencial la zarandaja sin perder nunca su independencia. Tiene que saber hablar y callar, leer y escribir. Pero ante todo, debe saber creer en lo que hace.

    | Marzo 2016
     Participante

  • En esencia

    La abogacía es un partida en la que juegas con las cartas de otro. En esencia es justa, no porque sea previsible, sino por lo mucho que se asemeja al fugaz caos de la naturaleza: Todo puede pasar. Puedes peritar cada hecho, medir cada paso o atar cada cabo y nunca lo controlarás todo. Siempre parece que el cliente no te lo cuenta todo, que cuando acude a ti ya es un desdichado en busca de refugio, un devoto del mantra del "cómo es posible". Por eso busca siempre el acuerdo, que es el ahorro de la incertidumbre, y si ninguna de las partes queda por entero satisfecha mejor, pues las dos habrán ganado algo. Negocia, y si el acuerdo no es posible ya sabes; exprime la Ley, pon cara de póquer y a jugar.

    | Septiembre 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • La eterna búsqueda

    El titular del periódico le había golpeado como una bofetada gélida. De nuevo aquella sensación del agónico desasosiego le atenazó el espinazo. ¿Quién baraja las cartas? Era la eterna pregunta. La ansiedad de conocer si existía un verdadero equilibrio se volvía insoportable. Cada vez con más frecuencia todo parecía obedecer a una justicia digital, de esa que se otorga a dedo. Pero no se trataba del dedo providencial con el que la dama de la venda y la balanza apuntaba su mano libre. Ojalá pudiera ella, siempre imparcial, dispensar su juicio sumario a cuantos lo merecían. Era el dedo interesado que sabe muy bien a quién señala.
    Que terrible momento para una crisis de fe, el día del discurso ante los recién colegiados. El Decano caminó hasta el atril y observó a los presentes. Recogió sus dudas en un rincón de su cabeza y les dijo: "No os rindáis nunca"

    | Mayo 2015
     Participante