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Anselmo Carrasco Merlo 

Su señoría le observaba durante la declaración. La actitud altanera del imputado durante el interrogatorio incisivo del Ministerio fiscal le hacía rememorar tiempos pasados de pesadilla infantil. Ese año era precisamente el décimo aniversario de su judicatura y, ¡qué mejor manera de celebrarlo! Una vez finalizadas las declaraciones y elevadas las conclusiones a definitivas, el fiscal se limitó a acusar en su informe y la abogada defensora a solicitar la absolución bajo el amparo de escasez probatoria. Ya pidió el sobreseimiento en la fase de instrucción mas el procedimiento continuó, aunque las pruebas aportadas eran insuficientes para condenarle. Cuando salieron de la sala, el investigado se dirigió a su letrada y le comentó que fuera preparando el recurso de apelación porque habría sentencia condenatoria: reconoció en el juez a aquel niño apocado y bobo del colegio al que hizo atravesar con la cabeza el panel de la puerta de clase.

 

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