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Giovani Mendoza 

En mi larga carrera como abogado especialista en propiedad intelectual, nunca me había tocado un caso semejante.

«Son mis historias», me dijo. «Es mi legado», enfatizó. No sabía por dónde empezar; la incertidumbre es un animal no precisamente dulce.
Me habló luego de Pedro y Susana. «Pero así no fue la cosa, mi sobrino lo contó como no era», concluyó apesadumbrado. Luego me rogó que lo ayudara a hacer justicia.

Preparar la demanda se ha tardado más de lo previsto por lo difícil que ha resultado colectar las pruebas. Aún no salgo de mi asombro: todos siempre creímos que el tío Celerino solo era uno más de sus personajes de ficción.

Tampoco es poca cosa proceder en contra de mi escritor favorito…

 

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