Imagen de perfilLO DE SIEMPRE

Eva María Algar García 

En mi primer día en el bufete, decenas de miradas disimuladas me escanean de arriba a abajo. Sé que mi melena rubia natural y mi porte son llamativos, pero me molesta que me juzguen solo por mi aspecto. Como no tengo otra alternativa, centro toda mi energía en aparentar tranquilidad, aunque sé perfectamente lo que dirán de mí. Ellas, mientras cuchichean mostrando muecas despectivas, comentan que parezco tonta, que soy una trepa o una pelandusca, que he de renovar mi vestuario y que nunca pisaré una sala de vistas. Ellos, con sus sonrisas burlonas, dirán exactamente lo mismo, pero añadiendo que soy asequible y una apuesta sobre quién me llevará primero a la cama… Hasta que terminen de cincelar mi nombre en la placa que adorna la puerta del despacho del Director. Entonces, todos palidecerán para, acto seguido, ofrecerme, luciendo una amplia sonrisa, un café con croissants. Lo de siempre.

 

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