Daniel Aznar Alonso

Microrrelatos publicados

  • La mente y el trauma

    Seguro que habrán visto alguna noticia sobre alguien que, tras una convalecencia generada por un hecho traumático, se despierta hablando otro idioma. Pues eso es lo que me pasó a mí tras el accidente, pero yo no desperté del coma conociendo otro idioma, sino sabiendo de leyes. Mucho. Podía recitar victorioso, con verbo fluido, cualquier artículo de cualquier código jurídico de cualquier país. Era algo maravilloso.

    Pero yo era comercial de seguros y no tenía estudios de derecho, por lo que no podía usar mis conocimientos para ejercer de abogado. De todos modos, como no se puede repudiar el conocimiento, un tribunal universitario estudió mi caso y quiso hacerme una prueba para otorgarme excepcionalmente un título.

    Llegó el día del examen y me quedé en blanco. Ni rastro de conocimiento. No pude contestar ni una pregunta. Eso sí, les vendí un seguro de vida a todos los del tribunal.

    | Septiembre 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9

  • SuperLex

    Nadie conocía la verdadera identidad de “SuperLex”. Decía ser abogado y se presentaba a los juicios con una toga a modo de capa y una máscara, como con aspecto de héroe de cómic. Con su glosario rimbombante de tecnicismos jurídicos, dejaba a todos helados. Los jueces, como aturdidos, no tenían más remedio que sentenciar siempre a favor de su causa. Unos hablaban de superpoderes, otros, de magia negra. Eso no gustaba en el mundo jurídico. Decidieron combatirle y le acusaron de intrusismo. El juez instructor, reconocido antisuperlexista, no pudo hacer frente a sus superpoderes y procesarle como le hubiera gustado, pero sí que pudo aplicar una medida cautelar excepcional: embargar su toga y su máscara. Al quitársela, todos los presentes se reconocieron en su rostro. El juez, asustado, le devolvió las prendas.

    Hoy, SuperLex sigue ganando juicios, pero se trata como una anomalía del sistema jurídico y así se asume.

    | Agosto 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • Apego hiperbólico

    Acudió a mí. Quería poner una denuncia por robo. Un anillo de mucho valor. Era un tipo extraño. No me gusta censurar la forma de hablar de los demás, pero se expresaba incoherentemente, como en otro idioma. Su aspecto tampoco ayudaba a vislumbrar un nivel mínimo de normalidad.

    Le pregunté por el ladrón. A quién teníamos que denunciar. Entonces se desquició, tirándose de los pelos.

    -Es un ladrón. Frodo sucio ladrón. Mi tessssoro. ¡Quiere destruirlo!

    Le pregunté si podía documentar su pertenencia. Una factura, un albarán o algo. No tenía nada, pero era mi cliente, y yo soy un abogado experimentado.

    Pude abogar ante el juez pertenencia por apego hiperbólico, y demostrar así el posterior robo. El juez obligó a Frodo a devolver el anillo a mi cliente.

    Después ya vino Saurón a imponernos la Noche Eterna por no haber destruido el anillo, pero eso ya es una historia diferente.

    | Junio 2018
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