Ana María Martín González

Microrrelatos publicados

  • Joven moderna

    Trabajaba en un importante bufete de abogados. Su horario era de madrugada, excepto el jueves que tenía turno partido. Fue ese día cuando le propusieron un nuevo cargo. Trabajaría más horas, pero con un horario flexible. Después de tiras y aflojas aceptó las pretensiones del despacho. Echaría en falta a los seguritas de la mañana, verdaderos cachas con una percha que ya quisieran para si alguno de los esmirriados aspirantes a modelos.
    Se acercaba su hora de salida. Con dos brochazos de polvos de sol quedó deslumbrante, morena. Se calzó los tacones y con aire desenfadado salió del edificio. Aun tenía tiempo antes de llegar a la facultad de Derecho. Atrás quedaban la fregona y el paño del polvo.

    | Agosto 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • Aventajado aprendiz

    Nadie queda indiferente ante su oratoria. Su discurso es elocuente, crea cátedra. Es uno de los abogados más atrevidos. Fue titular de una noticia en uno de los periódicos más sarcásticos de la ciudad. Joven abogado afirma que: “El verdadero letrado es el que piensa primero en la minuta antes que en la defensa. El defendido puedo estar seguro que solo pensará en su inocencia y no en los honorarios pendientes” En una ocasión un periodista le preguntó por qué solía llevar siempre encima una baraja.

    —Porque sirve para relajarme. Además, tenga usted en cuenta que antes que cura fui monaguillo.
    Es tal su atrevimiento, que fue capaz de rebatir en una ocasión el sumario al mismísimo juez instructor.
    Una voz sobresaltada lo llama insistentemente. Mira de reojo el reloj digital y grita angustiado:

    —¡Oh, no! Las nueve, otro día que llego tarde al colegio.

    | Mayo 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 12

  • Flechazo

    El joven abogado defensor tomó la palabra:
    —El indulto quedaría condicionado a la suspensión cautelar del carnet por un período no superior a tres meses. Queda comprobado que la intención de mi defendido no fue arrollar a la vaca sino que al tratar de esquivarla ésta se abalanzó sobre el coche. La evidencia es clara. El conductor en previsión de un posible encontronazo, redujo la velocidad y tocó el claxon a intervalos para no asustar al animal. No ha lugar a que el tono del coche, rojo chillón, tuneado con dos largos cuernos en tonos blancos, pudiera inducir a enfurecer más al animal. El testigo confirmó que la vaca, lejos de asustarse por el sonido del claxon, se abalanzó sobre el coche. Que el avance fue pausado, como de un posible apareamiento.

    | Marzo 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 7