Imagen de perfilDETALLE SIN IMPORTANCIA

Eva María Algar García 

Apartamento 107. Se citaron como cada jueves a la misma hora y se besaron apasionadamente al entrar. La atracción de lo prohibido hacía tiempo que los enajenaba, pero la excitación que emanaba de sus poros hoy, fluía con más fuerza de lo habitual.
Tras una hora retozando juntos sin mediar una palabra, preguntó él con voz sudorosa:
-¿Compraste el billete?
-Sí. Diré que marchó por negocios, contestó ella aún jadeante.
-¿Apagaste su móvil?, inquirió él.
-Después de autoenviarme un mensaje, respondió ella.
-Feliz aniversario, cielito. Al conseguir el sobreseimiento de su causa, tu marido otorgó poderes al socio de mi bufete y transmitió valiosos bienes a nuestra empresa. Nadie nos podrá acusar de nada. El plan es perfecto, dijo él mientras la acariciaba bajo las sábanas.
Pero la joven, señalando una polvorienta alfombra enrollada tras un panel de la estancia, apuntó: ahora solo falta deshacernos de su maldito cadáver…

 

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