Imagen de perfilPlumas contra tridentes

Alvaro Abad San Epifanio 

“Verboquesehizocarne”, “Verbo” ahora para los amigos, respetó la recomendación de contestar tan sólo las preguntas de “Abogadodeldiablo”, el suyo. Semanas atrás, desde arriba le habían obligado a abandonar su marmórea tumba sin apenas explicaciones, y durante la sosegada convalecencia para cerrar sus heridas había decidido repudiar la impuesta invitación para cambiar este mundo de vino, peces y Magdalenas por un supuesto paraíso lleno de aburridos santos. Aunque esto le costara una divina demanda por supuesto incumplimiento de contrato. Por suerte para él, su abogado contaba con una muy dilatada experiencia en evitar paradisiacas ascensiones. Llevaba milenios haciéndolo y acostumbraba a salir victorioso de todos sus juicios.
Hoy, la decisión del juez: o Verbo se queda entre los mortales, o unos emplumados angelitos lo prenderán para elevarlo hasta los celestes cielos. Cuando el magistrado entra en la sala rodeado por una nube de humo sulfuroso, “Abogadodeldiablo” sonríe maliciosamente.
Se queda.

 

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