Alvaro Abad San Epifanio

Microrrelatos publicados

  • Nunca es tarde

    No habíamos coincidido en veintidós años, desde la última fiesta en la universidad. Cubata en mano, nos besábamos prometiéndonos un futuro encuentro en una fecha que los dos olvidaríamos con la inevitable resaca. Por tradición, estaba obligada a encasillarme en la abogacía. Él, exhalando humo de hierba, prometía crear una corriente transformadora del pensamiento destructivo del hombre.
    Nos topamos, de frente, en la entrada al congreso de Derecho Ambiental. Dudé: aquellas rastas se habían convertido en incipientes canas bien peinadas, pero la identificación que colgaba de su cuello no dejaba lugar a dudas. Cruzamos las miradas, pero sin el arrojo necesario para abrir la boca.
    Durante el posterior vino español se acercó y dejó a mi lado un folleto que anunciaba una próxima convención sobre alguna innovación legal, y desapareció. La fecha del acto estaba rodeada en rojo, y a su lado había escrito: “La nuestra. No la olvides”.

    | Marzo 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • Plumas contra tridentes

    “Verboquesehizocarne”, “Verbo” ahora para los amigos, respetó la recomendación de contestar tan sólo las preguntas de “Abogadodeldiablo”, el suyo. Semanas atrás, desde arriba le habían obligado a abandonar su marmórea tumba sin apenas explicaciones, y durante la sosegada convalecencia para cerrar sus heridas había decidido repudiar la impuesta invitación para cambiar este mundo de vino, peces y Magdalenas por un supuesto paraíso lleno de aburridos santos. Aunque esto le costara una divina demanda por supuesto incumplimiento de contrato. Por suerte para él, su abogado contaba con una muy dilatada experiencia en evitar paradisiacas ascensiones. Llevaba milenios haciéndolo y acostumbraba a salir victorioso de todos sus juicios.
    Hoy, la decisión del juez: o Verbo se queda entre los mortales, o unos emplumados angelitos lo prenderán para elevarlo hasta los celestes cielos. Cuando el magistrado entra en la sala rodeado por una nube de humo sulfuroso, “Abogadodeldiablo” sonríe maliciosamente.
    Se queda.

    | Septiembre 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • Yo... somos muchos.

    Angustiado, el confundido abogado decidía encerrarse en su apartamento, bajar las persianas y repasar todos sus libros. Se quedaba helado al comprobar su olvido en abundantes temas, así que devoraba los textos consultando frecuentemente cada dilatado glosario. A su término, solicitó convencido una medida cautelar: máximo alejamiento para el presunto sicario que le acechaba. El único juez que así lo podía sentenciar la aceptó, y desde entonces fue su héroe.
    Sin embargo, resultó insuficiente y el asesino continuó merodeándolo. Imposible detenerlo.
    Alguien llamó a la policía. Tras la puerta del apartamento, cerrada desde dentro, esperaban cuatro muertos: el juez, el sicario, su víctima y el abogado, pero tan sólo un cadáver, una pistola y un casquillo.
    Después de repasar los extensos informes del difunto letrado, el psicólogo forense dictaminó que el suicidio derivaba de un extraordinario desorden de personalidad múltiple acompañado de esquizofrenia y alucinaciones.
    Nadie acudió al funeral.

    | Agosto 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5