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Sergio Capitán Herraiz 

Muchos le decían que su trabajo de vigilante de seguridad debía ser de lo más aburrido y rutinario y que debía esforzarse en encontrar otra cosa de manera urgente.
Manuel sonreía, mientras recordaba que era la mejor forma que tenía de costearse los estudios de abogacía y que entre ronda y ronda sacaba algo de tiempo para repasar sus apuntes.
Años después, tiene un puesto de responsabilidad en un prestigioso despacho. Entre sus cometidos está el fortalecer las colaboraciones con una gran diversidad de profesionales de distintas ramas del derecho.
Hoy, al acabar la jornada laboral, se ha despedido del guardia jurado. Éste, ruborizado, ha escondido el código civil que tenía abierto en la mesa de la garita.
Y Manuel ha sonreído, recordando.

 

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