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Eva María Cardona Guasch 

El incidente de hoy no me cambiará la vida pero me obligará a reflexionar.
Tras muchos días de ausencia, he ido al gimnasio a mediodía. Poco más de veinte minutos corriendo sobre la cinta. Ducha rápida. Mientras recogía la toalla y sacaba las llaves del coche he dado un bocado apresurado a una barrita nutritiva. No daba tiempo para más; debía volver al despacho urgentemente: mis juicios y recursos se imponen irremediablemente a una dieta equilibrada. Pero, ¡ay! ¡Cómo no he tenido la precaución de mirar el envoltorio…! No ha sido mi alergia mortal a las nueces sino mi vida atolondrada la que casi me cuesta la vida. Me la ha salvado in extremis mi médico de cabecera, uno de los pocos amigos que conservo. Me pregunta:
– Sinceramente, ¿ésta es la vida que imaginabas de joven?
– Sabes que no pero… alcánzame esa carpeta, tengo una demanda por contestar

 

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