Imagen de perfilExpulsado a la libertad

Sara Amez Laiz 

Había sido el caso más sonoro de mi carrera. Supuso mi despido y expulsión de los sitios más exclusivos de la ciudad. Dejaron de llegarme invitaciones a cenas, conciertos y eventos deportivos. En los cafés se murmuraba que mi vida estaba arruinada, pero nada más lejos de la realidad. Respiré liberado cuando el club de polo revocó mi carnet de miembro honorífico, el miso que me otorgaron sorpresivamente sin contar con mis preferencias deportivas. Tuve que exiliarme a un pequeño despacho improvisado en el salón de mi casa y ejercer como abogado de oficio, un cambio tan radical como placentero. Retomé la agradable pesca dominguera y los paseos en bicicleta. Ahora todos me buscan para halagarme, diez años después se demuestra que mi cliente es inocente y fue injustamente encarcelado. Nunca dejé de apelar y, ahora, los dos somos libres.

 

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