Mi guerra

Ramon Vigil Fernández · Madrid 

El Juzgado es mi campo de batalla. Soy un soldado de la justicia. Luzco la toga como uniforme militar, no para camuflarme del enemigo, sino para resaltar mi silueta, tras el estrado, con una fuerza oscura. Desde allí soy testigo del miedo del contrario, que, a cada mirada, se va ahogando en sus propias dudas. Siento el atrincheramiento de sus alegatos en sótanos de incertidumbre y reconozco en sus pupilas los primeros síntomas de la alergia a la derrota. Palabras que tiemblan inseguras al abandonar sus gargantas, palmas y frentes que sudan incontroladas… y entonces surgen incoherencias en su declaración y ya son pasto de mis garras. A mis 65 años, me han condecorado con otra absolución. Sé que pronto colgaré mis códigos, mas cuando mis actuaciones pasen a ser leyenda, aun quedarán mis escritos. Sangre indeleble sobre blanco papel como prueba de cada una de mis victorias.

 

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