Imagen de perfilEL BESO DE ANA

ÁNGEL SAIZ MORA 

Superó con excelente nota el acceso a la universidad. Ana le había prometido un beso a cambio. Antonio, paraguas y flor en mano, la esperó durante ese día lluvioso, llamado a ser el del pronunciamiento definitivo de sus afectos, junto a un árbol en el que se entretuvo en inscribir las iniciales «A & A». Para su decepción, ella había conocido a otra persona mientras preparaba los exámenes.
Supo que no volvería a sentir nada igual por nadie. Estudio y trabajo se convirtieron en refugio, su asilo personal. La ausencia de compromisos familiares le permitía una dedicación completa. Muchos disfrutaron de su entrega generosa como abogado, la mayoría, personas humildes.
Han vuelto a encontrarse en una residencia de ancianos. Ana, viuda, litiga con unos hijos impresentables, que intentan sustraerle sus escasos bienes. Antonio se ocupa del caso, que alterna con su convivencia diaria, sellada, por fin, con un beso.

 

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