Sección de contactos

Carlos Pérez Álvarez · La Matanza de Acentejo (Tenerife) 

Era la primera vez que comparecía formalmente en un juicio. Lucía unas piernas perfectas, desnudas desde la mitad de los muslos, donde moría su falda de diseño italiano. “Ojalá tuviera una personación de estas todos los días” -pensó el juez agudizando tímidamente la vista para escarbar en el vertiginoso escote. “Usted propinó sendas cuchilladas a la víctima. ¿Nos podría decir por qué?” –inquirió el abogado con desdén. “Verá, yo creía que mi cliente había entendido el anuncio del periódico cuando llamó. Señal de que no fue así, fue su furiosa reacción una vez en la cama. Me tuve que defender, ¿comprende? Para cuando llegó la asistencia médica ya había fallecido. Y lo siento mucho, pero era él o yo”. El juez dirigió su incrédula mirada hacia el banco de acusados tras leer el pequeño recuadro en la sección de contactos. “Chic@ atractiv@ y travies@, nuev@ en la ciudad”.

 

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