Imagen de perfilLO QUE ME GASTO EN COMER

Esteban Torres Sagra 

El confinamiento me pilló en la Biblioteca Nacional -concretamente en la sala para investigadores acreditados -recabando documentación para mi tesis sobre procesos inquisitoriales.
Nadie se dio cuenta y me quedé encerrado entre incunables y códices. Mandé mensajes de socorro pero, al parecer, los de las llaves no pueden venir por miedo a la propagación de la enfermedad al no ser su trabajo esencial para el Gobierno. Con las gomas de mi carpeta y la primera página de un manuscrito de Florianus de Sancto Petro, de 1301, me he fabricado una mascarilla.
Me alimento de pergaminos del siglo XVI: son los mejores -porque saben a cuero- y me bebo mis orines. Como vacuna contra el aburrimiento hago papiroflexia con las láminas que menos me gustan y preparo mi defensa para cuando termine la alarma por el coronavirus y evalúen lo que le ha costado a Patrimonio mi ingesta de estas semanas.

 

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