RECUERDOS DEL PASADO

ARMANDO RODERA BLASCO · MADRID 

Tras diez años de cárcel Mario sufría una depresión no tratada, lejos todavía del vencimiento de su condena. La pena le embargaba, arrasando sin piedad los atisbos de cordura que le quedaban, camino del abismo insondable del suicidio. Consiguió hablar con el bufete y enviaron a su mejor experta en vistas para la condicional. La joven abogada se presentó en la sala de visitas, muy elegante con su traje chaqueta gris marengo. Se sentaron a dialogar entre dos vigilantes hieráticos, rígidos como columnas. Un instante después Mario descompuso su rostro, quizás alertado por el inaudible sonido de una campana interior que le avisaba del desastre, y abandonó la estancia. La abogada le miró extrañada, sin sospechar que las reminiscencias de mandarina de su perfume habían abierto la caja de Pandora. Mario odiaba profundamente ese olor y sólo entonces comprendió el porqué de la muerte de su esposa.

 

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