EL TESTIGO

Miguel Ángel Nieves Carrascosa · MARBELLA 

La comisión se esfumaba. Las maniobras del demandado y la muerte repentina del testigo clave habían dejado el pleito en mantillas. Pero el cliente recordó otro testigo.
– Un pastor que vive en la sierra. Tiene arrendados los pastos y estuvo presente en dos reuniones allí mismo, en la finca. Podrá decir que me vio tratar la venta con el dueño.
Era la única salida. Cuando preguntó por él en el pueblo lo miraron con asombro. ¿Quiere Vd. hablar con El Chamuscao? Siempre está allí, tras aquellas peñas.
Tras horas de penosa subida lo encontró. Engullía junto a una hoguera un menú compuesto de panceta y queso.
Acabadas las explicaciones, la euforia se apoderó del abogado: el pastor había escuchado atento y asentía. Estaría encantado de colaborar.
– No sé cómo agradecerle. Necesitaré su nombre completo.
– ¡Claro! Winston Churchill, para servirlo.

 

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