El regalo

JUAN MANUEL RODRí–GUEZ GAY¡µN · GIJí N 

Me arrepiento. No hasta el punto de entregarme a la Justicia y confesar todas mis fechorías pero, de verdad, me arrepiento. Quizás la clave de mis desconocidos escrúpulos la tuvo la madre de un cliente al que ya había olvidado. Esa mujer me asaltó mientras degustaba un menú gourmet con un concejal, en un discreto restaurante de la ciudad. No pude recordar en qué pleito estaba metido su hijo y es que yo, en aquellos días, estaba demasiado preocupado por el pago de una comisión al Ayuntamiento. Sus súplicas fueron irresistibles para mi exigua conciencia. Decidí entonces expurgar mis pecados. La mejor manera de comenzar era librarme de todo papel comprometedor en la hoguera de mi jardín, durante la noche de San Juan. Todo ardió en un instante. Menos aquel curioso pendrive que mi hija me había regalado por mi cumpleaños, oculto en un cajón de la mesita.

 

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