ROBERTO MORENO ANGUITA

Microrrelatos publicados

  • En la era digital

    Todos estábamos temiendo ese día, la fecha límite de vencimiento del nuevo plan del Ministerio de Justicia. Sin apenas llegar a poder digerir la noticia..., llegó la hora cero. Era el momento de averiguar si el nuevo sistema era como nos habían contado. Accedo a internet, conecto el lector de tarjeta, descargo el software, ¿Clave de Seguridad?... voy a probar con la que pongo siempre. ¿Qué pasa ahora?... Se me olvidó meter la tarjeta. Ole ahí!!! Acerté la clave. ¡Mierda!, el Chrome da errores. Vuelvo a empezar. ¡Ofuuuu! ahora me indican que el Java es antiguo, pincharé aquí para instalarlo. Ya parece que está todo. Hago el documento, lo firmo electrónicamente... ¡es que soy un monstruo! Ahora sólo me queda mandarlo... ¿eh?, ¿interrupción del servicio?... Pues anda que empezamos bien. Mañana iré al Juzgado a presentar de nuevo escritos en papeles, con uno más, el de la interrupción del servicio....

    | Enero 2016
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9

  • Vamos a ser prácticos!!!!

    El caso era más sencillo que jugar de farol. No había inmuebles que peritar, ni hijos que mantener. Solo una atribución del uso de la vivienda familiar. El pacto entre abogados, momentos antes del juicio se materializó antes de que pasase una estrella fugaz. Sólo quedaba entrar en aquel refugio que existe en el juzgado, llamado sala de vistas, donde ya nadie te molesta, y están sólo las partes y el árbitro central que decide la contienda. Tomé la palabra para indicar que habíamos llegado a un acuerdo y el Juez me interrumpió.- ¿Es eso verdad, señor letrado?-, preguntó a la parte contraria que asintió con la cabeza. Pues entonces se suspende la vista y se reconduce al mutuo acuerdo. Lo que iba a ser un ahorro de tiempo y trámites procesales se esfumó en un segundo. Ese día comprendí por qué hay tanto atasco judicial en los juzgados.

    | Septiembre 2015
     Participante

  • El maestro, el alumno y viceversa

    Aquella promoción de la academia había dado grandes alumnos, que acabaron siendo jueces principalmente. Su éxito se debía al programa de enseñanza creado por el profesor, al que le gustaba poder ayudar a los chavales, dedicándose a su trabajo durante el día, y dilapidando su éxito empresarial por las noches. La academia, con la crisis, quebró, y aquel profesor no tenía ni para comprar pan, cuando el dinero fácil llamó a su puerta, arruinando con ello la vida de otros tantos chavales y sus familias. No hay dinero fácil sin tener que enfrentarse a la justicia. El fiscal, en su informe, fue contundente con la pena solicitada. El caso quedó visto para sentencia. En un gesto compasivo, del alumno que tuvo que juzgar a su maestro, no dejó el hecho impune, aunque eso sí, rebajó la pena todo cuanto pudo en agradecimiento al hombre que le convirtió en su verdugo.

    | Abril 2015
     Participante