Lourdes García Huesca

Microrrelatos publicados

  • TIEMPOS MODERNOS

    Cuando se acercó a mí vestida con sus pantuflas y la espalda encorvada en perfecta sintonía con un rudo bastón de madera, inmediatamente me asaltaron las alarmas del prejuicio: “¿qué pinta aquí esa vieja zarandaja?” - Por favor, ¿podrías ayudarme con la contraseña? Mi “disco duro” la olvidó– dijo señalando su cabeza, teñida ya del blanco que acompaña el paso del tiempo, y entregándome su firma electrónica. Después supe que fue una silenciosa defensora de la independencia y reconocimiento de la mujer en nuestra profesión, que suma más de cincuenta años de ejercicio y que aún está activa en el turno de oficio, allí donde yo creía que sólo encontraría aspirantes noveles anhelantes de experiencia procesal.
    Y entonces caí de mi petulante arrogancia, agradeciendo la bofetada al corazón, para comprender que la edad no es excusa para no adaptarnos a los nuevos tiempos, a los tiempos modernos.

    | Marzo 2016
     Participante
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  • UNA NOCHE CON JOAQUINA

    Me siento cansado y sin fuerza. Ésta ha sido, nuevamente, una noche en blanco, una más para mi saco de cansancio que este año, para postres, me regala una por ser bisiesto.
    Joaquina visita mis sueños, supongo que imaginarla dormir en el suelo del cajero con la manta que le regalé, no me ayuda a sentirme mejor. Hace frío, por más que este invierno pretenda ser cálido.
    ¿Una manta? ¿A quién se le ocurre? Soy abogado –me digo- así que utilizaré mis manos para conseguir que la administración que sea le dé ese cuadrado que dicen ser una vivienda (por más que dude en calificarla de “digna”), esas cuatro paredes que le permitan dormir cobijada. Pero sobre todo, soy persona -me censuro-, así que iré a su banco, me constituiré en su fiador, porque para ellos dos suman más garantía, y porque así, por fin, podré descansar tranquilo.

    | Febrero 2016
     Participante

  • refugio

    Hoy ha sido un día duro. Apago y bajo la pantalla de mi portátil, mientras intento olvidar los enfrentamientos a los que he tenido que plantar cara. Por suerte -pienso- mis clientes sólo tienen intereses comerciales, y sus derechos no son otros que aquellos que emanan del papel-dinero.
    Sobre la mesa, se encuentra él, dibujado (o desdibujado) en una hoja de periódico más: sin rostro, un cuerpo inerte ya sin vida.
    No encuentro razonamiento que me explique su guerra, y debato mentalmente las posibles soluciones, sentada en mi silla mientras miro su desdicha.
    Y mientras mi comodidad me abriga, asilo su desgracia en mi memoria, pues es la única forma de crear una frontera entre mi vida y su realidad, un asilo perfecto para que el alma duela sólo de aquí a la puerta. Y luego, el olvido.

    | Octubre 2015
     Participante