Ana Haro Redondo
Microrrelatos publicados
Una tarea pendiente
Escuché de niña la historia sobre el fusilamiento de mi abuelo. Al final de la guerra se lo llevaron a dar un «paseo» que acabó en una fosa común cerca del cementerio, con otros tantos del pueblo. Él era el herrero, igual que luego lo fue mi padre, que tuvo que afrontar el negocio con tan solo doce años para ayudar a su madre y a sus cuatro hermanos.
Mi abuela se murió de luto sesenta años después, tras llorar cada noche por no haber enterrado a su marido: un llanto efímero que le duró toda la vida. Decía que no se podía morir así, que tenía que proteger su alma. Quizá por eso estudié yo Derecho, para ser parte de aquel Decreto Ley de Memoria que ha permitido hoy identificar los huesos de mi abuelo, el herrero, para que, junto a mi abuela, al fin puedan descansar en paz.| Febrero 2024
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Su discurso fue brillante: la sala se había contagiado de la meta colectiva sin barrera de género. Los gestos vivaces de sus manos fueron dibujando el futuro como un camino de iguales que flotaba en las partículas de uno de los rayos de sol.
La jueza condenaba a la empresa a la readmisión inmediata de la trabajadora y a pagarle los salarios pendientes desde su despido, a los tres meses de embarazo, tras conocer su estado por una prueba médica que ya no sería legal. El abogado se despidió con un abrazo de su clienta y le agradeció la oportunidad de luchar juntos contra un muro de siglos que acabaría derrumbándose. «Es otro paso para que las familias puedan conciliar», dijo después a los periodistas.
Cuando llegó a casa, agotado y hambriento, encontró eco y una nota en el suelo de la entrada: «solo tenías que ocuparte de los miércoles».
| Octubre 2017
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