Imagen de perfilTrabajo hasta la eternidad.

Javier López Vaquero 

Cerré los ojos y cuando el juez anunció el sobreseimiento del caso por falta de pruebas, suspiré.
Bajo un cielo plomizo caminé apoyado en el bastón, despacio, recordando mi trayectoria. Hoy era el aniversario de mi primer juicio y casualmente, cumplía años. Entré en la peluquería «Rizos» y me recibió el vetusto panel salpicado de fotos. Juan con sus artríticos dedos recortó el pelo que le era tan familiar mientras se quejaba amargamente y buscaba alguien a quien acusar de su situación. Luego compré un cupón a doña Reme que con su andador se paraba como cada mañana en la misma esquina. «Mucha suerte… O salud»
Mientras hacía germinar una nueva esperanza, llegué a casa. ¡Sorpresa! gritó mi numerosa familia. Tanto agasajo aceleró mi corazón y al soplar las setenta y ocho velas pude pedir muchos deseos, pero pedí que los dos años que quedaban para jubilarme, pasaran rápido.

 

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