Imagen de perfil¡Karaoke!

Carolina Navarro Diestre 

El karaoke frente a los juzgados se deleitaba con la voz del juez Velarde. Incapaces de acusar el golpe, no pocos juristas advertían cierta vibración eléctrica en sus empastes. El fiscal general se besaba los dedos intentando ignorar el glaciar helado que descendía por su espalda. ¡Qué voz la del juez Velarde! ¡Que prodigio! ¡Aquello era un gato en celo arañando una pizarra con un tenedor oxidado! Matices ultrasonidos alcanzaba con su tono bajo, los perros callejeros de la ciudad ladrando de disconformidad. Sobre el escenario, el juez Velarde terminaba de destrozar “Aniversario de boda”, de Luis Lucena. Aquello había sido un suplico, una tortura, el exorcismo de un gremlin. “¡Otra, otra!”, vociferó de forma entusiasta un abogado que aguardaba un sobreseimiento. El muy pelota. El panel anunció “Como una ola” y el juez Velarde sonrió. Algunos se santiguaron.
La justicia era ciega, ¡ay!, lástima también que no fuese sorda.

 

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