El río Aqueronte
Juan Manuel Chica CruzAcudía al frente provisto de citaciones, peritaciones, alegaciones, enmiendas y amparos. Armas que enfundaba en elegantes maletines. Guerra sin balas pero igual de cruenta. El cuartel general era un despacho a mil euros el alquiler y para conseguir tu parte del botín a veces había que luchar contra los clientes más ferozmente que contra sus enemigos. En el asilo, por fin, senil, con mente frágil y pulso tembloroso creí encontrar sosiego en vida para mí espíritu pero allí tampoco cesaban de preguntarme sobre herencias y eutanasias. La única paz me la dará Caronte y su barca cruzándome por el río que hace de frontera entre el reino de los vivos y los muertos, pero mis camaradas me han desplumado a las cartas y no me queda un sola moneda con que pagarle. Mi peor pesadilla de quedarme como alma errante vagando derecho o gibado por los juzgados se puede cumplir.