APRENDIZAJES
LOLA SANABRIA GARCÍASobre la mesa de la sala que presido en el Juzgado, hay un florero con varas de lavanda. Me lleva de retorno, en el recuerdo, al lugar donde fui feliz. Cerraba los ojos para formular el deseo y aparecía mi padre a lo lejos, levantando polvareda en el camino. Antes de entrar en la casa, se paraba un momento y aspiraba el perfume de las flores. Decía que aquella maravilla era fruto de un pacto entre agua y tierra.
Volvíamos del Juzgado. Por primera vez fui a ver cómo mi padre dictaba sentencia. Yo iba conectada con unos auriculares oyendo música y no oí su voz de alarma. Un volantazo esquivó al arce parado, imponente, en mitad de la carretera. «Presta atención a lo que estés haciendo. Tanto si juzgas un delito, como si conduces un coche. Son vidas que dependen de ti», dijo. Echo de menos a mi padre.
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Un comienzo apacible, precioso, nostálgico + un final trágico y atroz = un giro espectacular. La fórmula no falla, sobre todo si viene con el sello de Lola Sanabria. Aunque tienes pocos votos, te doy uno más. Suerte y enhorabuena!!
Muchas gracias, Francisco Javier. Por tu comentario y tu voto.
Qué lástima que tantísimas veces haya que perder para aprender.
Gran historia, Lola.
Un abrazo y mucha suerte.
Muchas gracias, compañera.
Abrazos.
Ay, los padres.
¡Cuánto pueden influir en hijos e hijas!
Gracias por tu voto.
A veces aprender es una profesión de riesgo. Me ha encantado tu relato. Enhorabuena.
Así es.
Muchas gracias por tu comentario.
Bravo por los padres y lo que nos enseñan
Es el mejor aprendizaje. Gracias, Carlos.