Imagen de perfilTOMAR LA JUSTICIA POR SU MANO

Susana Goñi Rodríguez 

Fue un juicio largo y tedioso para los que acudimos como público. Tuvieron que analizar más de cien objetos encontrados en el lugar del crimen, incluido un serrucho. Menos mal que en los descansos podíamos estirar las piernas deambulando entre las salas.
Al día siguiente tenía juicio a primera hora, pero no me importaba, aunque de contrario le tenía a Él, el abogado perfecto, guapo, de fácil verbo y mejor contestar. Todo se le permitía, de hecho, siempre se sentaba en el mismo sitio en la Sala, dónde estaba la mejor acústica. Daba igual si iba de demandante o demandado que él nunca se movía, y si alguno se quejaba siempre le disculpaban y salía victorioso ya recién comenzado el juicio. Me hizo repudiar el derecho.
Pero ese día se hizo justicia, su silla cayó ruidosamente entre las tablas del estrado, parecían serradas, dijeron, algo extraño. Tuvo una larga convalecencia.

 

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