Imagen de perfilRURALITA PRIMERIZO

Almudena Horcajo Sanz 

El confinamiento se encargó de evidenciar lo mal que habíamos colocado los ladrillos. Nuestros esfuerzos para fortalecer la relación resultaron inútiles. Pronto, todo se derrumbó. Los escombros nos rodearon, y tuvimos que salir corriendo. Sin apenas ahorros, me encontraba, literalmente, en la calle. Recurrí a familiares y amigos, pero lo único que conseguí fue saber que había una casa abandonada en un pequeño pueblo no muy lejos de Madrid. Vendí la alianza y, prácticamente, con lo puesto, allí me presenté. Afortunadamente, conté con el apoyo de los vecinos, cuando supieron que era abogado; todos quisieron cooperar, unos me traían leche, otros huevos… incluso, me hicieron muebles.
Aquí sigo, pagando tanta «solidaridad». Sobre mi mesa se acumulan casos de servidumbres de paso, deslindes, herencias… Aunque noto cierta animadversión de los enemigos de mis clientes, estoy contento, progreso adecuadamente en el conocimiento del mundo rural, ya distingo, perfectamente, el tomillo del romero.

 

+7

 

Queremos saber tu opinión

12 comentarios