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ÁNGEL SAIZ MORA 

La reunión tenía un único asunto: el posible despido de la empleada de la limpieza. El razonamiento de un joven, sobre su menor rendimiento con deterioro de las zonas comunes, provocó aplausos de apoyo de algunos propietarios.
Otra joven admitió que doña Herminia, debido a su reuma, quizá no cumplía alguna tarea con prontitud, pero la comunidad iba a incurrir en un despido improcedente, por ser difícil de demostrar. Además, a la mujer solo le quedaban dos meses para jubilarse. Hubo murmullos de solidaridad.
El administrador habló con ambos jóvenes. Pasados unos minutos dijo que habían decidido cooperar. Complementarían su último curso de Derecho con refuerzo a las labores de limpieza. La propuesta, que recibió el apoyo admirado de los vecinos, fue el principio de una alianza que el tiempo vino a fortalecer cuando montaron un bufete. A sus hijos nunca les faltó ropa de punto de doña Herminia.

 

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