Imagen de perfilPalabras, las justas

Marta Trutxuelo García 

No recuerda cuándo comenzó, como tantas cosas que olvidaba y perdía en la «niebla mental menopáusica», habitual en su edad. Una cosa era no encontrar las llaves o las gafas, y otra no encontrar las palabras. Para ella, la abogada que siempre tenía el término preciso al defender a un menor, la letrada que combatía con su léxico certero la violencia de género, era fundamental mantener su instrumento de trabajo, el lenguaje, afinado. Cuando aquella mañana la magistrada presentó el caso, quiso decir «argumento» pero pronunció «tormento», un martillo invisible falló la sentencia. De ayudar en el turno de oficio pasó, de oficio, a otro turno, en la sala de espera de un especialista. Ahora la abogada mantiene la concentración en las sesiones del logopeda, que le acompaña en sus silencios y aplaude su tesón por recuperar las palabras. Hay una que quisiera olvidar, afasia, pero siempre recuerda otra, orgullo.

 

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