Imagen de perfilLA LEY DEL DESEO

ELENA BETHENCOURT 

Soy abogado. Me gusta representar a los desfavorecidos si puedo, pero se está convirtiendo en norma consuetudinaria que medie en todos los conflictos de mi edificio.
Ayer el vecino del quinto llamó a mi puerta. Era mal momento, pero le atendí igualmente. Me contó, muy afectado, que había encontrado un calcetín de hombre entre las sábanas y que no era suyo. Al preguntarle si había visto algo más, dijo que un cactus que estaba sobre la mesa del comedor estaba aplastado y la tierra fuera del tiesto. Luego rompió a llorar: le habían insinuado que su mujer tenía un amante en el edificio, pero prefería pensar que entró un ladrón.
Le prometí que hablaría con todos y le pedí el calcetín como prueba del delito.
Cuando se fue, abrí la lavadora, puse el calcetín con su compañero y terminé de quitarme los pinchos del cactus con las pinzas de depilar.

 

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