Imagen de perfilTERAPIAS JUDICIALES

Almudena Horcajo Sanz 

Quiso la casualidad que, después de muchos años, me encontrase con una amiga de la infancia. En la terraza de un bar, hablamos del presente y del pasado, recordamos a compañeros y a profesores del colegio. Cuando, con desenfado, comenté su fama de rebelde y sus frecuentes visitas al despacho del director, ella enmudeció. Su cara se convirtió en la viva imagen de la desolación. De un trago bebió un vaso de agua y, como un volcán en erupción, expulsó toda la tortura que llevaba dentro. Consternada, me reproché no haber visto el engaño, e inmediatamente le ofrecí mis servicios. Aceptó sin dudarlo.
Sin demora, presentamos la demanda, recopilamos pruebas, localizamos testigos…preparé a conciencia su defensa.
Declarar ante el juez ha resultado ser su mejor terapia. Han desaparecido las manos extrañas que perturbaban su sueño.

 

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