Imagen de perfilDefensa a sangre

Juan Manuel Chica Cruz 

Con seguridad, otro lío de drogas. No sé cuando pasó de maleante a delincuente. Matiz difícil de discernir como el paso del agua tibia a fría. Tampoco sé cuantas veces le evité la cárcel. Mis esfuerzos para dejarlo solo en presunto ahorraban sufrimientos a mamá pero daban más probabilidades de que regresara antes a la cárcel.
Siempre decía igual: “Prometo ser bueno”. Y yo le creía.
Esta vez fue diferente. Balbuceaba algo de un asesinato involuntario. Me miraba como cuando de pequeños hacía trastadas y durante la merienda sentados cada uno en un taburete decía: “Tú, calla. No se lo digas a mamá”.
De eso pasaron treinta años y su promesa un eterno incumplimiento. Dejé de creerle, pero se agarra a mí como náufrago a un madero porque sigo siendo su hermano mayor. Miro al cielo y pensando en mamá le digo: “Prometo ser bueno. Tú, calla”. Soy tú abogado.

 

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