CAZA Y PESCA
ÁNGEL SAIZ MORAMe arrepentí de acompañar a un amigo a una fiesta. Había demasiada gente, sin respeto a las distancias. Él no tardó en quitarse la mascarilla. Después vació de golpe todo el alcohol vertido en un vaso dentro de su gaznate.
Como abogado, tanta transgresión de las leyes me hacía sentir incómodo. Pasé por el baño para lavarme las manos con agua y jabón. Una joven, que también se marchaba, dijo que prefería conservar su salud y no poner en riesgo la de otros con imprudencias, añadió que estaba cansada de verse envuelta en plástico.
Mi amigo y casi todos los presentes fueron cazados por el patógeno. Lo que a mí me sucede tiene relación con la pesca. Mordí el anzuelo de mi prudente enfermera. Ella apenas tira del hilo, yo no tengo intención de soltarme. Alguna vez sabré a qué sabe la sonrisa que imagino bajo su mascarilla.
+20
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Tengo el placer, Ángel, de inaugurar tu casillero. Dice el refrán que «sarna con gusto no pica». Lo mismo estabas deseando morder lo que fuera y quedar a merced de la pescadora, que no es mal plan para la nueva normalidad. Suerte.
El placer es mío al recibir tu comentario.
Nunca sabemos cómo pueden terminar las cosas. La actitud imprudente de un amigo, que se une a una fiesta poco recomendable en estos tiempos, sirve al protagonista, mucho más respetuoso de las recomendaciones sanitarias y de la legalidad en general, para conocer a una persona afín. Seguro que se dejó pescar encantado.
Muchas gracias y un saludo, Esteban.
Encantador relato, muy acorde a la nueva normalidad. Mi felicitación y mi voto.
Esa nueva normalidad a la que debemos intentar adaptarnos, aunque no parece sencillo, pero no queda otra.
Muchas gracias, Francisco José.
Un saludo
Delicado, tierno y pícaro, y con estas características es lógico que tú relato haya pasado de fase.
Un abrazo, Ángel, y mucha suerte.
Este mundo transformado y expectante, temeroso y preparado (esperemos) a nuevas embestidas del dichoso Covid-19, no creo que nos guste a ninguno, pero la vida tiene que seguir lo mejor que se pueda y, con ella, las historias.
Muchas gracias, Margarita.
Un abrazo
Ángel, un relato genial y que yo diría con moraleja, cuanta gente en las circunstancias actuales pasa de todo como si no hubiese ocurrido nada los últimos meses.
Me gusta ese final con el misterio de esa sonrisa oculta tras la mascarilla. Enhorabuena.
Te deseo mucha suerte y te dejo mi voto.
Un abrazo enorme.
El ser humano tiende, por adaptación al medio, hacer eso de «borrón y cuenta nueva», pero las experiencias enseñan y la tragedia vivida no puede olvidarse, por bien de cada uno y por el colectivo.
Muchas gracias y un abrazo, Javier
El último párrafo es sobrecogedor. Sin duda, se trata de un final impresionante para un título que le viene como anillo al dedo. Mis felicitaciones y mi voto!! Un saludo.
En estos tiempos no debemos olvidar que cualquiera nos podemos convertir en presa. Aparte de ello, algunos anzuelos merecen la pena morderse.
Gracias por tus palabras y un saludo
Me gusta cómo has llevado tu historia a la realidad que todos estamos viviendo. Así te has salido de los derroteros que parecen más fáciles de tomar en este caso. Además, muy bien contada y con un bello final como colofón. Te dejo mi voto
Un abrazo
María
Este mundo extraño al que tendremos que acostumbrarnos parece que lo acapara todo. En estos tiempos y en otros, bien está lo que bien acaba. Si anda por medio este pequeño milagro que llaman amor, bienvenido sea siempre.
Muchas gracias, María
Un abrazo
Hola, Ángel.
Muy buen título para este micro original.
Aunque no me extraña leer buenos micros viniendo de ti. Es a lo que nos has acostumbrado.
Un abrazo grande, de los que no transmiten patógenos :)
Y mi voto.
No queda más remedio que adaptarse a la distancia social, pero que no falten los saludos y los abrazos, aunque sean virtuales. Yo también te mando, uno, Amparo, junto a mi agradecimiento por tu lectura, tu visita y tus palabras.
El mundo está lleno de imprudentes y las consecuencias de sus actos las sufrimos los demás. Tu protagonista hace todo lo posible por actuar con cabeza, pero la pierde ante unos bellos ojos de enfermera.
Buen relato, Ángel. Te deseo muchísima suerte y voto por descubrir esa sonrisa enmascarada.
Besos muy apretados, amigo.
Es cierto que el personaje pierde la cabeza, pero por alguien tan prudente que, seguro, será una buena influencia para él. Sabe de sobra que ha sido infectado por un virus que, a diferencia del otro, lejos de ser dañino, le complementa y da sentido a su vida.
Muchas gracias, Pilar.
Besos
Magniífico y con un final inesperado.
Me alegra que te guste, Fernando.
Muchas gracias y un saludo
Ángel, muy buen relato, imaginativo y alejado de la tónica general de los otros. Ojalá las mascarillas desaparezcan pronto. Enhorabuena, mi voto y un abrazo.
Ojalá dejen de ser necesarias, que el condenado bichito desaparezca solo o que haya algo que lo neutralice.
Muchas gracias, Nicolás.
Un abrazo
Un relato estupendo, Ángel. A la orden del día y muy bien contado. Mi voto y un abrazo.
Suerte.
Esta realidad en la que hemos de vivir, a la que es difícil acostumbrarse, también puede ser un caldo de nuevas historias.
Muchas gracias y un abrazo, Ana Isabel.
Donde menos se espera uno salta el amor, en este caso con tintes de carnaval, que también las mascarillas se prestan a ese juego. Muy hábil, Ángel, en el uso de las palabras obligadas y sobre todo en la construcción de esa sugerente historia con final de efecto. Enhorabuena y mucha suerte con él. Un abrazo, amigo.
No me había parado a pensar que la realidad que vivimos se ha convertido un poco en un baile de máscaras, si no fuese porque la situación es seria. El amor puede surgir en cualquier momento, no solo en el que parece más propicio, él es así, caprichoso.
Muchas gracias por tu visita y tus palabras, amigo Enrique.
Un abrazo
Me ha gustado tu relato, te envío mi voto y suerte, Ángel!
Un saludo!
Agradezco mucho tu lectura y me alegra también que te haya gustado.
Muchas gracias.
Un saludo, Maricarmen