Imagen de perfilHaman

Carlos Gasent Sanmartin 

Cuando vi a mi padre llorar en la playa, me asusté; y también sentí mucha pena.
Decía temblándole los labios: “¿Qué nos aguardará en esa nueva tierra, mujer?” “Al menos compasión cariñó, compasión”. Le dijo mi madre.
Luego nos subimos a una barca; y junto con otros, amontonados nos hicimos a la mar. Al principio había silencio, pero pasado un rato comenzaron a hablar. Uno maldecía una inhumana alambrada; aunque yo no atendía; tenía miedo, porque la barca se movía mucho. Pero una vez, el mar se volvió loco y nos hundimos; mi padre me sujetaba; pero al rato me soltó para que me salvaran unos hombres. Más tarde, estuve en un campo y me llamaban refugiado. Hasta que ustedes me acogieron. Y ahora podré seré abogado; como mis padres deseaban.
“Pues claro que lo serás, Hamán”.
Mi madre tenía razón: gracias por su compasión; les pagaré trabajando mucho.

 

+1

 

Queremos saber tu opinión